lunes, 21 de diciembre de 2015

Lecturas por meses: abril

Si no me doy prisa va a llegar el 2016 y yo voy a seguir haciendo un resumen de las lecturas de este año, así que voy a intentar ponerme al lío y hacer una maratón de entradas sobre lecturas por meses. 
Por lo que leo en mis apuntes, en abril estuve "terminando libros a medias". Además de eso leí una novela y dos ensayos.


  1. El verano sin hombres, Siri Hustved: Ha sido la novela con la que he estrenado a esta escritora. A pesar de ser una de sus obras menores me dejó muy buen sabor de boca y muchas ganas de leerla más y adentrarme en su universo feminista y psicoanalítico. Os hablé de ella más a fondo en esta entrada.


2. Las estrategias fatales, Jean Baudrillard: Que sí, que para entender la deconstrucción y adentrarse en el posmodernismo hay que leer a Baudrillard; que tiene frases brillantes que te explotan en la cabeza y te hacen pensar, "claro, todo esto no es más que un simulacro", pero aun así es una lectura plúmbea, hay momentos en los que parece que el filósofo se ha olvidado de su propia argumentación y simplemente está divagando con los rizomas y me costó un imperio acabármelo. Hablé de él en esta entrada.


Prepárate, el futuro del trabajo ya está aquí, Linda Gratton.
Y quizá me digáis: "Pues te vemos un poco obsesionada con el tema del trabajo, teniendo en cuenta que no es que te vaya muy bien en ese tema". Y qué más puedo contestar que que seguramente es un tema que me obsesiona por la falta de uno estable y porque mi situación solo es un grano en este gran elefante en medio de la habitación que es el asunto del trabajo en el siglo XXI. El libro no está mal (como ejercicio de ficción), es una prospección de cómo puede ser el mundo del trabajo en los próximos 25 o 30 años, retos y desafíos; y a mí me encanta la ciencia ficción, eso sí, como ensayo lo veo un poco distorsionado y también me parece que peca de un optimismo algo naive al plantear soluciones voluntariosas, pero poco realistas, sobre el paro estructural y la deriva del capitalismo saqueador. Resumen de la tesis del ensayo: la tecnología nos va a salvar. En fin, poco que rascar.




viernes, 11 de diciembre de 2015

Nocturno de Chile, Roberto Bolaño


Estoy de vacaciones con mi familia en Gijón. No puedo resistirme a manosear sus libros. Manuel Chaves Nogales, recién comprado y oliendo a páginas sin tocar, tapas duras y porte de libro de Siruela, Benjamin Black anticipa a mi tía absorbida por el sillón perdiéndose en historias de detectives con sabor a cine negro de los 40. 
De una mochila asoma Bolaño, su novela corta Nocturno de Chile. Leo la contraportada, me recorre ese escalofrío de gusto que me produce recordar lo que siento cuando leo a este autor, hace mucho ya, el estremecimiento de placer, el no poder apartar los ojos de sus frases, de sus macabras historias llenas de maldad y poesía, la literatura impregnándolo todo. Sé que he leído Nocturno de Chile, estoy casi segura, pero no sé cuándo, dónde y cómo. Tendré que averiguarlo de nuevo.

Sebastián Urrutia Lacroix, chileno de ascendencia vasca, narra en primera persona su historia, la novela es el monólogo de su vida. Siendo muy joven, recién salido del seminario, conoció a Farewell, un cura que le produce una fascinación rodeada de misterio y malos presagios, y su vida de clérigo, crítico literario y poeta fracasado, discurre por caminos paralelos a los de este misterioso personaje. Es memorable la escena en la que Farewell le invita a su casa de campo para una lectura de poesía de fin de semana junto con Neruda y otros poetas, que de repente convierten la novela casi en una historia de espíritus.
De nuevo la marca de la casa de Bolaño: los ambientes malsanos, la atmósfera anticipatoria, el desasosiego, la importancia de los silencios y de los lugares en los que se desarrollan las vidas de los personajes. La novela está llena de símbolos esbozados y de horrores que van apareciendo con cuentagotas, como la vergonzosa relación de una parte del mundo de la literatura con el círculo del dictador Pinochet en el Chile de los años 70; el clima de complicidad y la participación, explícita u oculta, en las desapariciones de los disidentes, y otros horrores que han permanecido tanto tiempo silenciados.
Nouvelle psicológica, de personajes, simbólica, y que anticipa la increíble maestría de Bolaño en sus dos obras cumbre: Los detectives salvajes y 2666 para elaborar monólogos río, historias que cuentan otras historias, que se bifurcan y crecen ante el lector, hipnotizado ante su prosa que muchas veces duele y corta la respiración.
Ya hablé de mi amor por Bolaño en la reseña de este libro que le dedica su editor y amigo Jorge Herralde.

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miércoles, 2 de diciembre de 2015

Para niños: La bella Griselda, Isol

Hasta ahora no sabía que el Fondo de Cultura Económica también editaba libros para niños. Para mí esta editorial va unida a mis recuerdos de Facultad, ya que es la editorial del Popol Vuh (que todavía conservo y que tiene mis subrayados y la anotación "Aida, 1999") y de los libros psiconautas de Don Juan, de Carlos Castaneda. La bella Griselda es un cuento gamberro que he encontrado por casualidad en mi
gran fuente de lecturas en español
en Berlín: La biblioteca del Instituto Cervantes, de la que ya os he hablado en más de una ocasión. En ella M. y yo nos llevamos sorpresas en literatura infantil con libros latinoamericanos que no es habitual encontrar en España.
La princesa guarda las cabezas de la misma forma que todos los presidentes de los EE. UU. se mantienen con vida en la serie Futurama. 
Este es un cuento de princesas, pero con un aire canalla y nada ñoño. A M. le ha encantado, creo que por varias razones. La primera es que empieza a entender diferentes matices del humor, en este caso el humor negro, y la verdad es que se ha partido de risa. Y la segunda es porque, como si de una enfermedad infecciosa se tratase, se le está pasando la fiebre de las princesas de la que se contagió con un entusiasmo desaforado (no quiero decirlo muy alto no vaya a ser que vuelva). Y este libro se ríe bastante de las tonterías de las princesas. "Son muy cursis, mamá, ¿a qué sí?"
La princesa Griselda es tan, tan, tan hermosa que todos los príncipes a los que mira y que se quedan prendados de su belleza pierden, literalmente, la cabeza. A Griselda le gusta el efecto que causa en los hombres y hace todo lo que se le ocurre para ser cada día más guapa.
Pero llega un momento que se aburre y se siente sola, ya que no puede compartir con ningún chico un rato porque a todos les rueda la cabeza por el suelo nada más verla. Hasta que llega un príncipe corto de vista que aguanta estar con ella unas horas antes de correr la misma suerte que los demás.

De ese fugaz encuentro nace una niña, tan, tan, tan hermosa, que su madre "la bella Griselda" también pierde la cabeza cuando la ve por primera vez.

Y su hija rompe la tradición familiar y lo que más le gusta hacer es "armar rompecabezas".
El libro es divertido, las ilustraciones acompañan y a M. le ha hecho mucha gracia que las cabezas de los príncipes siguiesen hablando separadas del cuerpo. Es original el humor con el que trata el modismo "perder la cabeza por alguien", y a un nivel un poco más profundo de análisis es en cierto sentido un libro feminista que hace una crítica a la excesiva importancia que se da a la belleza física cuando en realidad esta no nos hace más felices.


De Isol también he encontrado en la biblioteca Secreto de familia, sobre una niña que descubre que su madre en realidad es un puercoespín por las mañanas. No es tan gracioso como el que reseño, pero los pelos de las diferentes familias son divertidos, y a M. le ha hecho mucha gracia. 









domingo, 29 de noviembre de 2015

Yo, precario, Javier López Menacho

La lectura de este libro me remueve, como no podía ser de otra forma, por mi interés (y sufrimiento) del trabajo y la existencia en precario
El precariado como clase social ha venido a sustituir en este siglo a la clase obrera de los siglos XIX y XX, y en los últimos años empieza a generar discursos teóricos y diversas aproximaciones (por ejemplo esta, autobiográfica) que le dan un marco intelectual y sociológico al fenómeno. Un autor de referencia en este tema es el británico Guy Standing, con sus libros El precariado, una nueva clase social y El precariado, una carta de derechos. 

Las cosas que cuenta dan miedito, pero en una época en la que el neoliberalismo está consiguiendo cargárselo todo, los precarios (que, no nos llamemos a engaño, somos legión) necesitamos crear nuestro propio discurso enmarcado en la realidad que nos ha tocado habitar y no apelando a algo que ya no existe.
Este libro afronta el tema desde la perspectiva del relato en primera persona, y escuece.
El autor relata con humor negro, sarcasmo y una amargura que no cae en el victimismo su paso por diferentes trabajos temporales (además de absurdos y sin ningún tipo de valor) y sus vivencias, completadas con pinceladas un análisis sociológico.
En el libro se habla de estos trabajos como el empleo al que están abocados en España la mayoría de jóvenes de menos de 30 años. Lo triste es que no solo pasa en España y que a muchos de los que estamos entre los 30 a los 40 no nos va mucho mejor.
La inestabilidad laboral, el empleo basura y la práctica desaparición de los derechos laborales se ha convertido en la nueva normalidad.
¿Cómo es posible no verlo? Mi opinión es que para una gran parte de la generación anterior a la mía sí resulta fácil, básicamente porque no lo sufren.
Hacerse fuerte, conocer la propia situación y dónde se encuadra tiene que ser algo que vaya más allá de la queja llorona; y eso es lo que hace Javier López Menacho en Yo, precario. Coge sus trabajos de mierda y hace una crónica corrosiva de su día a día, para que el lector se ría y a la vez se le congele la sonrisa en la cara.
El autor describe sus ocupaciones, paradigmáticas de "lo precario", basándose en las crónicas del periodismo gonzo, concepto ideado y puesto en práctica por el escritor norteamericano Hunter S. Thompson.
Algunas de las características del precariado son: sueldos bajos, trabajos en los que se exige una alta cualificación que no se remunera acorde a la formación o experiencia o, por el contrario (como es el caso de los trabajos del autor) trabajos que no requieren ninguna cualificación y que están totalmente por debajo de la formación y expectativas de los trabajadores; falta de identificación con el trabajo, los compañeros o la tarea a desempeñar; ausencia de derechos; ausencia de convenios laborales, etc.
Como dice Manuel Rivas sobre el libro en el prólogo:
"La desesperanza se eleva con la risa, el fracaso camina con lo cómico irreductible, y el protagonista, el trabajador despojado y humillado hasta el borde de la inexistencia afronta la injusticia con la épica más sutil. El precario es un héroe de la ironía".
A través de este relato el precario se hace fuerte y adquiere una voz, que denuncia sin adoctrinar, la voz de la primera persona del precariado.
Javier López Menacho, al borde de la treintena y casi sin dinero para pagar el alquiler es incapaz de encontrar un trabajo mínimante estable ni relacionado con sus estudios (a pesar de tener una carrera universitaria, un máster y esa ristra de cursos de especialización que son sobre todo un negocio para los que los imparten). Así que, desesperado, manda un currículo para hacer de mascota chocolatina gigante para una marca de alimentación... y le cogen. El trabajo es denigrante, absurdo, pesado (por el traje que tienen que llevar) y mal pagado. Así que para soportarlo, cuando llega a casa se dedica a escribir las crónicas de su día. Y este es el germen de Yo precario. Y junto a Javier nos sentiremos mascota corporativa, controlador de máquinas de tabaco, encuestador para una marca de telefonía y animador futbolístico.
Como no recordar mis trabajos de: repartidora de periódicos y publicidad, encuestadora de calle, montadora de routers, limpiadora de hoteles, váteres y salas de fiesta, camarera de bodas y eventos, monitora de tiempo libre... y lo más desasosegante es que aunque por un tiempo parezco haberme librado de este tipo de trabajos, los que hago (cualificados) todavía no me han permitido salir de la precariedad.











domingo, 15 de noviembre de 2015

Para niños: ¿Dónde está Wally?, Martin Handford

Todos los que fuimos niños en los años 80 nos acordamos de Wally. Esta serie de libros-juego creados por Martin Handford, y cuya primera entrega es del año 1987, causaron una auténtica fiebre por encontrar a su protagonista, que tenía un increíble don para el arte del escondite.
Los mejores son los hippies.

Recuerdo pasarme horas y horas con mi primo A. buscando al excursionista despistado en multitud de escenarios (y también recuerdo los piques por ver quién lo conseguía primero).
Este verano, y justamente en casa de mis tíos, mi hija M. descubrió los libros de Wally y, aunque todavía es un poco pequeña, la fiebre de buscar a Wally se apoderó de ella irremediablemente.
Un tesoro rescatado del olvido

Me dio una gran alegría volver a encontrarme con esos libros después de tantos años y volver a sentirme como en los momentos que los devorábamos cuando pasaba los fines de semana con mi primo. Lo que no recordaba es que ¡era tan difícil encontrarle! En el primer tomo una lo va consiguiendo. pero el segundo y el tercero se complican muchísimo (miles de figuras abigarradas que no dejan un hueco libre. Todo un horror vacui). 

M. se tiraba todos los días en el suelo o en la cama a mirarlos, y mientras buscaba a Wally se le olvidaban los 40 grados de julio que nos asfixiaban y no nos dejaban salir a la calle hasta unas horas más tarde.
Tampoco me acordaba de que los dibujos eran tan graciosos. En las escenas pasan muchísimas cosas y hay un montón de chistes visuales bastante conseguidos.
En todos ellos, además de a Wally, hay que buscar una lista de cosas, personajes y situaciones que están especificados en la última página.

Wally viaja por todo el mundo y épocas de la Historia (dependiendo del libro), y siempre va vestido igual: jersey rojo y blanco de rayas horizontales, gafas, pantalones vaqueros y un gorro de lana.
Otros personajes que también aparecen repetidamente son su novia Wenda (que va vestida igual que él), su perro Woof o el mago Barbablanca.
Martin Handford se hizo de oro con esta serie que se tradujo a muchos idiomas (aunque el texto era lo de menos), y su protagonista paso a llamarse Walter, Uberto o Waldo según el país.

A ver quién es el valiente que se atreve a buscar a Wally en el fondo del mar.
Los libros de Wally inauguraron la subserie infantil de "libros de busca y encuentra" de los que ahora hay de todos los estilos y pelajes.
Redescubriéndolos con M. me he dado cuenta de que además de ser muy divertidos están bien para entrenar la agudeza visual y que los niños cojan gusto a fijarse en los detalles. Seguro que el año que viene le siguen encantando.
La playa también tiene escenas tronchantes.



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sábado, 7 de noviembre de 2015

Análisis del cuento "Estate violenta" de Cristina Peri Rossi

La uruguaya Cristina Peri Rossi ha sido una de mis escritoras de referencia. He leído gran parte de su obra y su universo me maravilló y atrapo tanto que empecé mi tesina en la universidad sobre su obra, aunque por falta de disciplina nunca llegué a terminarla.

Hoy me gustaría compartir con vosotros el análisis de uno de los cuentos del volumen La rebelión de los niños. Un cuento inquietante y sugerente que no deja indiferente a quien lo lee.

Estate violenta 
comienza ya con un título intrigante que no tiene una relación directa con el argumento del relato. 
Se trata de un guiño intertextual; el nombre de una melodía que aparece en la película Verano violento y que se nombra nada más comenzar el relato en una frase reveladora. «(...) la música de Verano violento era un mensaje secreto e íntimo, una clave que alguien le proporcionaba».

Es un cuento más poético que narrativo, que por momentos funciona casi como un poema en prosa y que perdura en la memoria una vez leído por su capacidad de evocación y su sensitividad.

Julio y Ana van al zoológico y un tigre mira a Ana, lasciva e insistentemente, como si la deseara. La visión del tigre, y sobre todo su mirada, perturban a Ana hasta la obsesión, con Julio como espectador. La tensión sexual que establece con el animal irá in crescendo en la imaginación de Ana, interponiéndose en su relación de pareja con Julio, hasta que una noche, después de un sueño erótico en el que se materializan sus fantasías con el tigre, algo se transforma en Ana y la realidad cede paso a lo onírico, a lo irreal

Este es el argumento de Estate violenta, que forma parte del volumen de cuentos La rebelión de los niños, publicado en 1984. El leiv motiv del libro son los niños, que funcionan como sujetos subversivos que simbolizan lo nuevo, la revolución, lo que se opone al mundo rancio, anquilosado y cerrado de los adultos. Aquí ese papel lo juega el tigre.

Julio, Ana y un tigre son los tres únicos personajes del cuento y, bajo mi punto de vista, forman un triángulo amoroso “disfuncional”.

Con estos elementos Cristina Peri Rossi da rienda suelta a un relato sobre el deseo y la pasión, temas que más adelante se convertirán en uno de los ejes vertebradores de su obra, sobre todo en la poesía y en las novelas Solitario de amor (1988), La última noche de Dostoievski (1992) El amor es una droga dura (1999). Para mí, sin lugar a dudas, se le puede calificar de cuento erótico. Según avanza el relato uno se da cuenta de que el protagonista es el tigre, o la relación que se establece entre el animal y Ana, aunque casi todo el tiempo la historia es analizada bajo el prisma racional y culturizador de Julio. Una relación “erótica” entre animal y humana (como si se tratara de una reinterpretación moderna de la leyenda de la bella y la bestia, o las alusiones directas que se hacen en el cuento a los mitos griegos de unión sexual entre una mortal y un animal, como Parsifae y el toro, y Leda y el cisne). 

Los temas mitológicos son un leiv motiv de muchos de sus cuentos y novelas.
Las obras de C. P. R. son muy simbólicas, y en este cuento el simbolismo se centra en los personajes: Julio representaría lo racional, lo adulto; Ana representaría lo femenino, lo sensual; y el tigre representaría lo instintivo, lo irracional, lo salvaje. El tigre es un elemento perturbador de la realidad y se puede interpretar como un símbolo de “lo otro” (lo desconocido, lo misterioso, lo mítico), tema recurrente de trascendencias filosóficas en la literatura latinoamericana. «De pronto la cara de un tigre se convertía en un mapa fascinante, lleno de revelaciones que atravesaban sin dificultad el tiempo y el espacio». Entre Julio y el tigre se establece una “lucha”, en el sentido figurado, para ver quién es el más “macho”, y gana el tigre. Lo irracional, lo fantástico se erige sobre lo lógico y lo racional. 
Se puede interpretar el tigre como símbolo de muchas otras cosas: un voyeur que transforma lo que mira, su objeto de deseo, en este caso el personaje de Ana; también es una puerta a lo desconocido "como si las brillantes rayas de la cara del animal la hubieran colocado delante de una revelación cuyo misterio aún la deslumbraba", un amante... 
El tigre es el elemento poético que según avanza el relato pasa de turbar y asustar a Ana a poseerla, este cambio tiene dos momentos álgidos: el primero es el obsesivo interés de Ana por todo lo relacionado con los tigres y que desemboca en un suerte de mimetización entre el el animal y ella, que intenta andar, ver y sentir como lo haría un tigre; y el segundo es el sueño que tiene Ana con el tigre, que es el clímax del cuento y su punto álgido erótico. En él se describe de forma poética y muy sensual como Ana  lame al tigre hasta encontrar su carne. 
La Ana incompleta, soñadora, melancólica se empodera, se siente completa, percibe la realidad desde otro punto de vista.
Paralelamente a la historia central se dan pinceladas que nos hablan de la relación de Ana y Julio “Ana se alejaba o se acercaba a él según tensiones o impulsos que había que aceptar sin someter a ningún análisis, como se aceptan las lluvias, las tormentas, los eclipses y los días de sol”.

En cuanto al aspecto formal es un cuento menos experimental que otros suyos en los que juega con la ambigüedad de la voz del narrador, la polifonía o el fragmentarismo. En este, en cambio, nos encontramos con un narrador omnisciente en tercera persona que no varía, y no hay saltos temporales o espaciales. La experimentación está más en la forma de tratar el lenguaje, de acariciar las palabras para transmitir lo sensual y lo sexual, y convertir la prosa en poesía por su poder de evocación y sus imágenes. 
Hay una gran riqueza metafórica y hermosas enumeraciones poéticas. “desolador rugido, lamento de saxo y de sexo, grito desgarrador, mugido, vagido, ulular de sirena, queja de quena, como un salteador de caminos, como un animal en ciudad extraña, como un niño extraviado en la noche, bandido herido, mujer abandonada, barco que aúlla en medio de la niebla, hace señales, grito de viudo”. Este es un ejemplo de su uso del lenguaje en el que se da una concentración de comparaciones, enumeraciones y metáforas que evitan las combinaciones convencionales e introducen un matiz de sentido inusual. También es una muestra del gran lirismo en el uso de las imágenes.

La idea del cuento partió de una historia real que Julio Cortázar le contó a la autora en 1977, y sobre la que le sugirió que debería escribir un relato, como cuenta la propia Peri Rossi a Gustavo San Román en una entrevista que le hizo en 1986. Es curioso ya que los animales también aparecen en varios cuentos de Cortázar en situaciones inverosímiles que desafían la lógica y el sentido racional, como si habitaran un mundo mítico-mágico fuera del tiempo y del espacio racional concreto e irrumpieran en la realidad para transformarla y subvertirla. 
Exactamente lo que ocurre con el tigre de Estate violenta, y que tiene su apogeo en el último párrafo del cuento cuando se insinúa que el tigre ha aparecido en mitad de la noche no se sabe cómo en casa de Ana. “Y de pronto, de la espesa oscuridad de los muebles, de las paredes en penumbra, de la felpa del sofá que parece un bosque, en la oscuridad de las cosas y de la sala, escucha un rugido hondo y penetrante. Un grito desgarrador e implorante. 
El rugido ansioso, dolorido, anhelante, de un tigre en acecho". Así termina el cuento, un final abierto que insinúa más que dice claramente y que el lector puede y debe interpretar según su propio criterio ¿Ana sigue soñando? ¿El tigre está realmente en su casa? 
Si queréis saberlo... leed el cuento.

(Este análisis lo escribí para una revista, pero por diversas razones al final no fue publicado, por eso he decido compartirlo por aquí y que vea un poco de mundo).














domingo, 1 de noviembre de 2015

El verano sin hombres, Siri Hustvedt

Con 18 años leí El palacio en la luna de Paul Auster, y en ese momento de mi vida me marcó, casi como si fuera un libro iniciático, por lo que seguí leyendo todos las novelas de el escritor neoyorquino que iban cayendo en mis manos. Entre ellas, las mejores para mí son La trilogía de Nueva York y la autobiografía A salto de mata, crónica de un fracaso precoz. Sin embargo llegó un momento en el que algunos de sus libros empezaron a parecerme repetitivos, ahondando cada vez más en su exitosa fórmula pero sin arriesgar mucho, y ya no me impresionaban tanto (aunque sigue siendo un escritor de referencia por lo que ha significado para mí).
Hace un par de años, y por casualidad, me enteré de que su mujer, Siri Hustvedt, (la autora de esta novela) también era escritora; y, como pasa constantemente bajo un canon cultural básicamente masculino, caí en la trampa de pensar que ella debía ser una "escritora menor" a la sombra del maestro. Pensamiento machista inconsciente que hasta a las feministas nos traiciona, ya que aún no la había leído.
Las editoriales también han caído en este error ya que Siri Hustvedt ha sido traducida mucho más tarde que su marido. En español está editada por Anagrama (la misma casa que ha publicado todos los libros de Paul Auster). Y lectores ignorantes como yo por fin tenemos la oportunidad de conocerla y desdecirnos de nuestros juicios ignorantes.
Siri Hustvedt es una gran escritora que, en otro registro diferente al de Paul Auster, para nada se merece estar a su sombra.
El verano sin hombres me ha gustado sobre todo por la forma de escribir de la autora, y aunque me parece que tiene más potencial de lo que luego consigue llevar a la práctica, varias personas que han leído otras novelas suyas me han asegurado que esta es una de sus obras menores, así que tengo muchas ganas de leerla más y poder adentrarme en su universo.
Es un universo femenino en el sentido de que los personajes protagonistas son mujeres, y por otra parte también está muy presente el mundo académico, "la intelectualidad". Y esa mezcla me pone, ¡claro que sí! Porque soy mujer y porque echo mucho de menos mujeres inteligentes en las novelas que leo, y reflexiones sobre la cultura, el arte, la literatura o el pensamiento también desde nuestro punto de vista.
El verano sin hombres narra en primera persona la historia de una mujer de mediana edad, Mía, a lo largo de un verano que pasa separada de su marido (con el que lleva casada 30 años), que ha tenido una aventura con otra mujer. A raíz de este hecho la protagonista sufre una crisis mental de la que espera recuperarse encontrándose consigo misma y reflexionando sobre su vida hasta ese momento en un pequeño pueblo y cerca de su madre anciana (sí, en cierto sentido también es una novela familiar).
La novela, partiendo de esta base, juega con varias tramas. Por ejemplo hay, bajo mi punto de vista, una recreación irónica de la novela femenina para revisitarla y romper con sus tópicos. También hace una amplia reflexión metaliteraria, ya que Mía es profesora de literatura y durante ese verano dará clases de escritura creativa a un grupo de chicas adolescentes (con su consiguiente trama sobre acoso escolar). Por otra parte, algo que me ha gustado mucho son las reflexiones sobre psicoanálisis que la escritora intercala en la trama con la excusa de la crisis que ha sufrido Mía, y que están entrelazadas en la obra con gran destreza.
El libro tiene fragmentos brillantes. A todas de las mujeres que intentamos crear y que sentimos que tenemos que luchar por ese "espacio" nos resonaran partes del libro como esta:
"Cruzó mi mente la incómoda certeza de haber carecido casi siempre de un espacio para mí y lo mío, de haberme visto limitada a garabatear algo durante un momento robado. al principio de mi matrimonio trabajaba en la mesa de la cocina y corría a atender a Daisy cuando se despertaba de la siesta. Mis clases y la poesía de mis alumnos (poemas desprovistos de urgencia, cubiertos de lacitos y ornamentos literarios) habían consumido incontables horas de mi tiempo. Lo que sucedía era que había sido incapaz de forjarme un espacio propio, o más bien, que no lo había hecho como debía. Algunas personas se apropian simplemente del espacio que necesitan, expulsando a codazos a los intrusos hasta tomar posesión de él. Boris era capaz de lograrlo sin mover un músculo. Lo único que debía hacer era plantarse allí silencioso como un ratón. Sin embargo yo era un ratón silencioso que alborotaba y arañaba las paredes, pero no me servía para nada. Ahí radica la magia de la autoridad, del dinero, de los penes. (pág. 17. resalte mío).

Y según se avanza en la lectura se vuelve más claro para mí que la historia de desamor de Mía es una excusa (la que menos me interesa) para hablar del patriarcado, de la mujer y su complicada relación con el acto creativo por el papel que se nos ha asignado en la sociedad, de fantasmas, empoderamiento y la importancia del linaje familiares y la madurez vital.
Bueno, pues parece que Siri Hustvedt ha llegado a mi vida para quedarse.

domingo, 25 de octubre de 2015

¿A qué sabe la luna?, Michael Grejniec

¿A qué sabe la luna? es un libro infantil del año 1993; la traducción al castellano se hizo en 1999 y la editorial Kalandraka lo saco a la venta en esta conocida edición en el año 2013. 
Antes de que nos lo prestaran ya había oído hablar mucho de él en varias reseñas de blogs y tenía muchas ganas de leérselo a M. He de decir que mi primera impresión no fue tan entusiasta. Me pareció un cuento riquín, pero como otros tantos. Eso sí, a M. le encantó y creo que en este caso ella es mucho mejor crítica que yo ya que el libro está pensado para que les guste a los niños y la opinión del adulto es prescindible.
Después de varias lecturas yo también fui apreciando más "eso especial" que tiene esta historia sencilla y tierna. 

Los animales querían averiguar a qué sabía la luna, ¿sería dulce o salada? Hasta que a la tortuga se le ocurrió subir a una alta montaña para ver si podía llegar a alcanzarla y probar un pedacito. Como no llegó llamó a un elefante, y este a una jirafa, y este a una cebra. Y juntos construyen una torre de amigos, unos sobre la espalda de otros. La luna quería jugar con ellos y por eso se alejaba cada vez que se unía un nuevo animal
 Para llegar a probarla aún les hará falta la ayuda de un león, un zorro, un mono... y  por fin un pequeño ratón que es el que conseguirá coger un trozo de la luna, que a cada uno de ellos le supo a su comida favorita.
En este punto de la historia hay una ilustración muy bonita en la que todos los animales están durmiendo juntos y la luna ya no está llena sino menguante.
El final también es precioso: un pez les pregunta a los animales por qué han tenido que hacerlo tan difícil cuando podían probar la luna directamente del mar (su reflejo).
Como ya he dicho después de varias lecturas sí he apreciado la sutilez de este cuento. A los niños les encantan las historias encadenadas en los que una parte llama a la otra y así sucesivamente, como pasa aquí con los animales. M., además, lo vio representado en un cuentacuentos que hicieron las chicas del Club Solete en una librería hispana en Berlín el pasado día del libro, y cada vez que se lo leo imita sus voces "Vamos a llamar al león... ¡León, veeeeenn!
Mención aparte merecen las ilustraciones, que parecen estar hechas con papel mache, y las graciosas caras que pone la luna. 
Este cuento infantil lo recomiendo para niños de entre 2 y 6 años.

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domingo, 20 de septiembre de 2015

Dagón, H. P. Lovecraft. Ilustrado por Pilar de Grado

Si eres miedoso no leas a Lovecraft de noche, y menos aún si estás solo o hay tormenta. Lovecraft da miedo, tanto que es difícil no estremecerse de gozo ante su lectura.
Hoy os quiero hablar de Dagón, relato de terror de H. P. Lovecraft que ha llegado a mí gracias a la edición realizada por Pilar de Grado, que también es la ilustradora del cuento. 
Este proyecto es su trabajo de fin de máster, y es una preciosidad; sí ya sé que es un adjetivo extraño para describir nada que tenga que ver con Lovecraft y los horrores que pueblan sus textos, pero es exactamente lo que me ha trasmitido. 












Lo primero que me llama la atención del libro es su formato alargado y estrecho, y su tacto mate, muy adecuado para apreciar los matices de color de las acuarelas y tintas con las que está ilustrado. Se ve que está pensado para disfrutar de las ilustraciones, a las que Pilar quiere dar un papel protagonista aunque siempre desde la limpieza del trazo.

El tratamiento de los dibujos parte de un planteamiento radicalmente distinto a las ilustraciones clásicas de los libros de Lovecraft, muy detalladas, barrocas o góticas en su representación de los terrores cósmicos y los monstruos del averno tan queridos por el autor. Pilar de Grado busca crear justamente el efecto contrario.

Unas ilustraciones de trazo fino, minimalistas y que con punto naif, que contrastan fuertemente con el relato de terror narrado en Dagón.

Los inventarios de peces y pequeñas criaturas marinas realizados con tinta a partir de manchas de acuarela me han conquistado. También me parece muy interesante el partido que le saca a los diferentes tonos de verde, único color de las ilustraciones junto con el negro, para transmitir al lector la sensación de algo pantanoso, de cieno marino, de asco difuso, tan gráficamente expresado por Lovecraft en su texto.
En palabras de la propia Pilar de Grado:

"Escogí esta historia para refrescar la imagen hiperrealista que suele asociarse al terror de Lovecraft, creando un dibujo más ligero y sintético que sirva de complemento a una narración tan densa y descriptiva característica de este autor.
Y envolver el terror con un papel de seda".

Lovecraft escribió Dagón en 1917 y fue publicado por primera vez en 1919. Ya desde las primeras líneas nos zambullimos en la historia al leer las palabras del narrador y protagonista dirigiéndose desesperado al lector, justificando su uso de la morfina y adelantando un posible fatal desenlace, todo debido a las desopilantes visiones que ha tenido la desgracia de contemplar, que se siente incapaz de superar y que nos va a ir desgranando a lo largo del relato: Cómo fue apresado por un barco de guerra alemán, cómo consiguió huir en un pequeño bote y cómo después de varios días a la deriva y de un sueño plagado de visiones anticipatorias se encuentra flotando en un fango putrefacto  y viscoso lleno de peces muertos que le hiela la sangre. El mar ha desaparecido y él dedica los siguientes días a explorar esa innominiosa tierra hasta que se encuentra con un monstruo mucho más horrible de lo que nunca soñó. Ya os he contado demasiado, así que no quiero profundizar más para que os animéis a leerlo y a experimentar la envolvente y terrorífica prosa de Lovecraft acompañada por las sugerentes ilustraciones de Pilar.

Después de leer este cuento se me ha abierto el apetito para animarme con su más que famosa serie Los mitos de Cthulhu, cuyo imaginario ha calado tan hondo en la ciencia ficción de terror y en tantos dibujantes e ilustradores.

Pilar, igual que yo y que tantas otras personas, está intentando abrirse un hueco profesional en su campo. Si os han gustando las ilustraciones del libro y queréis poneros en contacto con ella para proponerle alguna colaboración, aquí os dejo su email: pilidegrado@gmail.com





domingo, 13 de septiembre de 2015

Lecturas por meses: marzo

Esta entrada la ilustro con el dibujo que veis aquí porque no puedo hacer la foto de la pila de libros que leí; los he devuelto a la biblioteca o a sus dueños, o bien eran virtuales, y además porque queda un poco pobre hacer una foto de dos libros cuando en marzo leí tantos. 
Como hace ya unos cuantos meses, para retrotraerme a ese momento tengo que hacer casi un ejercicio de prospección inversa. ¿Qué pasó en marzo? Pues por lo que dice mi diario de lecturas pasó que leí mucho, y poco a poco me voy acordando. Sí, leí bastante, pero también abandoné por lo menos dos libros, otro aún lo tengo a medias y... bueno, ya me vais conociendo un poco, a veces leo más con el deseo que con lo que en realidad puedo abarcar, como esas personas que comen con los ojos.
Sin más preámbulos este es el resumen de marzo de 2015:

Una hache intercalada, Mercé Soler: Este libro me llegó por casualidad, ya que me pidieron que lo reseñara para el portal Berlín Amateurs. Me sorprendió gratamente. Si queréis, aquí podéis leer la reseña que escribí.

Flores en las grietas. Autobiografía y vida, Richard Ford: Con este libro aún sigo empantanada, porque son artículos y reflexiones sobre literatura de este autor norteamericano que se pueden leer sueltas. Tiene aspectos interesantes que se merecen su propia entrada (a ver si lo consigo). P.D.: De Richard Ford no he leído ninguna novela, por lo tanto es curioso que me haya animado con sus ensayos literarios sin conocer su prosa de ficción. Esto mismo también me ha pasado con el escritor chileno Alejandro Zambra.

Vurt, Jeff Noon: Ciencia ficción licuada. Un poco chasco. Podéis leer la reseña aquí.

Hilos de sangre, Gonzalo Torné: Empecé esta novela con muchas ganas y el comienzo no me decepciono. Densa, con mucho monólogo interior, crisis vital y emocional de una chica en la treintena. Muy bien, lo que me gusta. Pero en algún punto me perdí. En un momento de la novela la acción pasa del presente al pasado, para contar la historia del abuelo de la protagonista en la Cataluña de la Guerra Civil y la posguerra. Y de pronto lo intelectual es demasiado intelectual, ya no conecto con los personajes, cada página me pesa. Así que teniendo en cuenta que eran casi 700 páginas de libro, que la cosa no mejoraba y que tengo una pila de libros esperando ser tomados y abrazados, lo dejé.

El fin de la clase media, Esteban Hernández: El año 2015 está siendo, con respecto a mis lecturas, el año de la sociología. Este libro lo leí en pdf y fue una donación de su editorial, Clave intelectual, que cuenta con un catálogo muy interesante sobre análisis político de la actualidad, narrativas sobre la sociedad contemporánea, ensayos sociológicos, etc., que siguen una línea editorial de izquierdas y crítica con el capitalismo y la globalización. Tienen un montón de libros que me apetece leer, así que a ver si consigo que me pasen algún otro. En este ensayo/análisis, Esteban Hernández analiza el declive que está sufriendo la clase media en las culturas occidentales, profundiza en las causas de la crisis del trabajo tal como se entendía en la época fordista, aventura tesis y hace un recorrido por el desarrollo del capitalismo tardío y del neoliberalismo. Lo devoré. Es un libro esclarecedor que, aunque intenta abarcar temas muy complejos y a veces se va por las ramas, me parece básico para entender el proceso en el que estamos inmersos. Y sí, da miedo.

El círculo, Dave Eggers: Novela distópica que ha sido uno de los best sellers del año. Tiene la capacidad de atraparte y no soltarte. La trama con una megacorporación "amable" que quiere controlar el mundo y acabar con lo que entendemos por vida privada así como de hiper buen rollo también da bastante miedo, casi, casi como si no fuera ficción y nos estuviera describiendo nuestra realidad hiperconectada.

Unas vacaciones baratas en la miseria de los demás, Julián Rodríguez: Con este título la verdad es que esperaba algo diferente, que me removiera, una novela psicológica y metaliteraria, pero el título es igual de hermético que el resto del libro. Un escritor al que le han dado una beca, una vuelta a sus orígenes extremeños, ensayos sobre fotografía y el sentido del arte contemporáneo intercalados (muy buenos), y un par de novelas cortas basándose en personas que aparecen en las fotos. Pfff, demasiado intelectual sin que se entienda muy bien por qué. Lectura que me dejó una impresión agridulce.






martes, 1 de septiembre de 2015

Vurt, Jeff Noon

Vurt es una droga, son plumas para soñar. Vurt provoca "sueños" reales de los que a veces no se vuelve.
Este libro de Jeff Noon se podría decir que es una novela de ciencia ficción, y más concretamente del subgénero ciberpunk, cuyo máximo exponente es William Gibson y su Neuromante. Para mí el encuadre no está tan claro ya que el imaginario de Jeff Noon se acerca más a lo fantástico, la tecnología juega un papel muy secundario y tampoco hay una ambientación lograda de ese futuro donde todo el mundo está colocado.
El propósito de Jeff Noon con este libro es, según sus propias palabras, escribir sobre los cambios de las sociedad y cómo estos afectan a la gente joven.
El protagonista de la historia es un joven que ha perdido a su gran amor, y también su hermana, Desdémona, en un viaje alucinado bajo los efectos del Vurt. 
Hay muchos tipos de plumas Vurt que provocan diferentes clases de sueños, e incluso entrar en los sueños de otras personas, y las amarillas son especialmente peligrosas ya que uno puede quedarse atrapado en ellos y no poder volver a la realidad. En el mundo de Vurt, Desdémona es intercambiada por una masa viscosa extraterrestre enganchada al Vurt, que acompañará a Scribble en su búsqueda y en todos sus traspiés.
Scribble y su panda de amigos se pasan toda la novela colocados y, la verdad, llega un momento (pasadas no más de 30 páginas), que la psedopsicodelia se hace muy pesada y solo me veía deseando llegar al final de la historia.
Es una novela de personajes perdidos; para Scribble la droga es una ayuda para escapar de una realidad dolorosa que no quiere admitir. Bajo mi punto de vista la idea argumental es buena, pero no está bien desarrollada. De nuevo personajes planos, una trama confusa y sin sentido por la que el lector vaga a la deriva y que aburre bastante, y algún pasaje inspirado que pierde fuerza dentro del conjunto.
Lo que más me ha interesado son los juegos textuales que hace el autor para borrar las fronteras entre la realidad y el sueño. Se ve muy claramente la influencia de Lewis Carroll y Alicia en el país de las maravillas. Jeff Noon dice textualmente sobre su novela:
"Si Carroll daba en Alicia en el país de las maravillas una versión exagerada y deformada de la época victoriana, yo he intentado hacer lo mismo con los 90 y las macrorraves en Manchester".

Recuerdo ver una reseña de esta novela en un fanzine estiloso que regalaban en las tiendas modernas de la calle Fuencarral. Eran finales de los 90 y yo estaba fascinada por El Bali Hai y la exploración del mundo. Quizá ese fue su momento para haberla leído y no ahora.






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