¿A qué sabe la luna? es un libro infantil del año 1993; la traducción al castellano se hizo en 1999 y la editorial Kalandraka lo saco a la venta en esta conocida edición en el año 2013.
Antes de que nos lo prestaran ya había oído hablar mucho de él en varias reseñas de blogs y tenía muchas ganas de leérselo a M. He de decir que mi primera impresión no fue tan entusiasta. Me pareció un cuento riquín, pero como otros tantos. Eso sí, a M. le encantó y creo que en este caso ella es mucho mejor crítica que yo ya que el libro está pensado para que les guste a los niños y la opinión del adulto es prescindible.
Después de varias lecturas yo también fui apreciando más "eso especial" que tiene esta historia sencilla y tierna.
Los animales querían averiguar a qué sabía la luna, ¿sería dulce o salada? Hasta que a la tortuga se le ocurrió subir a una alta montaña para ver si podía llegar a alcanzarla y probar un pedacito. Como no llegó llamó a un elefante, y este a una jirafa, y este a una cebra. Y juntos construyen una torre de amigos, unos sobre la espalda de otros. La luna quería jugar con ellos y por eso se alejaba cada vez que se unía un nuevo animal
Para llegar a probarla aún les hará falta la ayuda de un león, un zorro, un mono... y por fin un pequeño ratón que es el que conseguirá coger un trozo de la luna, que a cada uno de ellos le supo a su comida favorita.En este punto de la historia hay una ilustración muy bonita en la que todos los animales están durmiendo juntos y la luna ya no está llena sino menguante.
El final también es precioso: un pez les pregunta a los animales por qué han tenido que hacerlo tan difícil cuando podían probar la luna directamente del mar (su reflejo).
Como ya he dicho después de varias lecturas sí he apreciado la sutilez de este cuento. A los niños les encantan las historias encadenadas en los que una parte llama a la otra y así sucesivamente, como pasa aquí con los animales. M., además, lo vio representado en un cuentacuentos que hicieron las chicas del Club Solete en una librería hispana en Berlín el pasado día del libro, y cada vez que se lo leo imita sus voces "Vamos a llamar al león... ¡León, veeeeenn!
Mención aparte merecen las ilustraciones, que parecen estar hechas con papel mache, y las graciosas caras que pone la luna.
Este cuento infantil lo recomiendo para niños de entre 2 y 6 años.
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