lunes, 25 de agosto de 2014

La trabajadora, Elvira Navarro

Leer ficciones que nombran aspectos de mi propia realidad me calma y me hace sentirme menos sola. Me acerqué a La trabajadora con buena disposición, la de leer sobre una correctora de textos y su existencia en precario. Sin embargo al principio me resultó un poco decepcionante. La primera parte de la novela, separada de la segunda como un anexo de esta, me resultó densa, deslabazada y sin mucho interés. Sentía que en el relato despersonalizado de Susana, una mujer medicada por problemas mentales que no se especifican, y su relación con un hombre enano al que ha conocido poniendo anuncios en las páginas de contactos en los que buscaba a alguien que "le lamiera el coño con la regla en un día de luna llena", faltaba algoy la pretendida provocación me parecía algo impostada. Me molestaban las anotaciones en cursiva hechas por otra mujer, Elisa, la narradora de la historia, que transcribe lo que Susana le cuenta, y que subrayan cómo se sentía mientras Susana desplegaba su historia incoherente y quizá mentirosa. El punto de vista objetivista y frío no me atraía, pero es cierto que la segunda parte, La trabajadora, a pesar de mantener un tono similar ha conseguido interesarme más: una correctora a la que pagan tarde y mal (a la que acompañamos, con un malestar difuso, en la degradación de sus condiciones de trabajo), el teletrabajo en la era de las distracciones 2.0, una estabilidad emocional frágil y tambaleante, la medicación psiquiátrica como un personaje más, las existencias a la deriva sin rotura de platos ni dramas griegos, pisos desangelados y siniestros, un Madrid de extrarradio por el que Elisa transita, a veces sin rumbo, plasmado en descripciones concisas y que se alza, o se hunde, amenazador y bello a un tiempo, la relación entre las dos mujeres, sus incomprensiones, recelos y la extraña forma de amistad que sostienen... y poco más, elementos atrayentes pero que no contruyen un todo. Es Un libro lánguido que crea una acertada atmósfera desasosegante pero al que le falta algo.



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