domingo, 10 de febrero de 2019

El niño de luz de plata


El niño de luz de plata

El niño de luz de plata es un poético cuento que, desde las primeras líneas, transporta al lector a la vida de Najib, su protagonista. Najib tiene una amiga muy especial: la luna, y ambos comparten un secreto, que a todos los que lean el cuento les será revelado.
Najib vive en un campamento saharaui y todas las noches "después de la caída del sol, por debajo de esas estrellas que parecen un enorme cazador tensando su arco hasta el infinito" Najib sube una larga escalera para hablar con su amiga la luna. Un día ella le hace un regalo muy especial..., un niño brillante como la plata..., un niño de luz de plata, un hijo de la luna. "Su voz sonaba a cristal muy fino" y su increíble resplandor no quemaba porque era una luz plateada.


El niño de luz de plata
Luz de Plata brillaba tanto tanto, su resplandor era tan intenso y puro, que despertó la codicia de un viejo que lo raptó para que le calentase la jaima. Najib tiene miedo, pero no va permitir que Zabbat cometa ese atropello. Luz de plata no pertenece a nadie, es un regalo de la luna para todos los niños del campamento. Najib, con ayuda de la luna, tendrá que desplegar todo su ingenio para salvarle. Solo una luz de oro podrá engañar al viejo para que suelte al niño de luna. Pero la plateada claridad que desprende despertará la avaricia de otros además de Zabbat, y Najib tendrá que tomar una dolorosa decisión para salvar a su amigo. Eso sí, pasé lo que pase, ellos seguirán siendo amigos para siempre.

El niño de luz de plata
El cuento, además de ser una historia preciosa, está presentado en un formato muy original, apaisado, con fondo negro y en edición bilingüe castellano-árabe. Y algo aún más emocionante es lo que nos cuenta el coordinador de la historia al  final del libro. Nada de lo que yo pueda añadir va a ser más elocuente que sus propias palabras:

"Si te ha parecido un cuento hermoso, más hermoso aún es cómo se escribió. Fue en Bubisher, acababa de hacerse de noche y la luna lo iluminaba todo. Allí estábamos Enguía, Memona y una docena de niños del barrio 1 de Farsía. Hablamos de libros y cuentos. Tutu me preguntó cómo se escribían los cuentos. Le dije que de muchas maneras, pero que una era empezar con una frase bonita y después seguir. Dije, como ejemplo: Una tarde, de la luna pareció que colgaba una escala de plata". (Gonzalo Moure)

A partir de ese momento los niños y niñas empezaron a jugar con las palabras, Gonzalo Moure les hacía preguntas, los animaba a continuar con esa historia que sacaron de su imaginación y sus sueños. Tutu, de 11 años, fue la que más aportó y Gonzalo asistió, emocionado, a cómo la historia se iba materializando delante de sus ojos. Y el último día de taller surgió el final. 
"Cuando Najib está triste, la lágrima se vuelve líquida".

Después vino un intenso trabajo de adaptación de las ilustraciones, corrección del texto, tanto en español como en árabe, maquetación y todo lo que implica un proceso de edición profesional, del que se ha ocupado la editorial Edelvives. Documentándome para escribir esta entrada, me he enterado de que la disposición vertical del libro a dos columnas tiene una intencionalidad clara, y es que ambas lenguas: el árabe y el español, estén en simetría, tanto literal como simbólicamente.
También me ha parecido muy bonita la explicación que dan los niños y niñas autores del cuento cuando afirman que no quisieron contar una historia de pobres refugiados ni dar pena. Querían narrar una aventura cotidiana y mágica, "una historia de amistad, poesía e imaginación".

Pero lo que más me ha emocionado de este cuento es el proyecto del que surge. Como he apuntado, es el resultado de un taller de lectura realizado en los campamentos saharauis como parte del proyecto Bubisher. Bubisher es un proyecto que está poniendo en marcha una red de bibliotecas y bibliobuses en los campamentos en el desierto del Sahara, en Tinduf (Argelia).

Biblioteca Bubisher
Interior de una de las bibliotecas de Bubisher.
Es un proyecto colaborativo entre los colectivos de apoyo en España y los campamentos saharauis; y, en concreto, surgió en un colegio de Galicia, cuyos alumnos acogían en sus familias a niños saharauis en los meses de verano, cuando el desierto es más duro, igual que se hace en muchas otras comunidades autónomas desde hace muchos años. Los profesores estaban pensando cómo podrían los niños saharauis reforzar su español si no podían llevar suficientes libros y material escolar a los campamentos. A un alumno se le ocurrió que sería una buena idea que hubiera bibliotecas allí. Y a partir de esa idea, en el año 2008 se puso en marcha la primera biblioteca.


Biblioteca Bubisher
Biblioteca de día

Biblioteca Bubisher
Biblioteca de noche

El proyecto se ha consolidado y se han construido varias bibliotecas, que son un lugar de encuentro y acceso a la cultura, tanto en español (segundo idioma oficial en los campamentos) como en hassania y en árabe. Allí se imparten clases y talleres. Además, las instalaciones son buenas, con patios frescos y equipamientos básicos, como retretes, que muchas veces faltan en los campamentos. Por ello, las bibliotecas se han convertido en un lugar estupendo para estar.


Biblioteca Bubisher
Vista del patio

Esta iniciativa es solo "una gota en el desierto" de la deuda que España tiene con el pueblo saharaui, que vive expulsado de su tierra y en condiciones extremas desde hace casi cuarenta años, en una situación de espera constante a un reconocimiento internacional y la posibilidad de regresar a su territorio originario para poder desarrollarse y prosperar.


Biblioteca Bubisher

Si te ha gustado este libro y decides comprarlo, estarás apoyando este maravilloso proyecto ya que el beneficio íntegro de su venta va destinado a financiar nuevas bibliotecas y bibliobuses en los diferentes campamentos. La ayuda no pasa por intermediarios públicos ni privados. Lo gestiona la asociación Bubisher y también sirve para pagar los sueldos del personal saharaui de las bibliotecas. 

Si queréis un libro, podéis escribir a la persona encargada de la distribución: pseguratorres@hotmail.com


sábado, 15 de septiembre de 2018

Ready player one, Ernest Cline



Ready Player One

Vuelvo a dejarme caer por aquí después de muchos meses de ausencia, por tener mucho trabajo, por priorizar otras cosas, por falta de concentración y, en el fondo, por ponerme excusas que me alejan de la escritura, o por lo menos de este tipo, de estas reseñas subjetivas que tantas alegrías me dan, pero que también me cuesta mucho sacar adelante, como ha quedado claro. 

Pero de pronto algo pasa, algo como encontrarme con una lectora inesperada del blog que me pide que vuelva a escribir, que le gusta leerme... O algo como leer un libro que me conmueve y que vuelvo a querer compartir, a pregonar virtualmente esperando que llegue a unos ojos y un ánimo predispuestos a dejarse llevar por mis palabras, por esta recomendación.

Tengo algo dentro que tira de mí hacia la cultura popular, bueno, maticemos, hacia algunas de sus manifestaciones, las más sinceras y menos prefabricadas. 
Esta claro que el gusto lector se educa y a mí me falta práctica en la lectura de los clásicos, o quizá en estos años no he elegido los libros correctos. Ni Pío Baroja, ni Robert Walser, ni... me han removido estos últimos tiempos. 
He apreciado su técnica y su valor literario, he aprendido y me he podido deleitar con la cadencia de su lenguaje, pero me ha costado mucho meterme dentro de sus historias, traspasar las palabras y convertirlas en emociones, vivir las vidas de sus personajes y ser ellos mientras leo.
Por el contrario, eso lo han logrado algunas novelas de fantasía, de ciencia ficción o ficciones contemporáneas reflexivas. Es posible que ahora necesite el escapismo o el análisis contemporáneo que me proporcionan estas lecturas para huir de mis problemas, del paso del tiempo, del fracaso y del dolor del mundo que tanto me cuesta ignorar.

Ready Player One es el paradigma de novela popular y desde antes de empezar a leerla ya contaba con mis simpatías porque me encantan las distopías tecnológicas, esos espejos deformados con los que comparo el presente. Su lectura solo ha confirmado mi intuición. 
Me ha cautivado su universo retrofuturista, sus personajes y su doble existencia en Oasis, su historia de amor adolescente, su debilidad por los raros, los solitarios y los que siguen siendo idealistas en un mundo que se desliza por el abismo de la inconsciencia, la chabacanería, el materialismo ciego y la sordera.

Ready player one nos sitúa en un escenario apocalíptico que no necesita describir en detalle para lograr que el lector se lo imagine vivamente. Estamos a mitad del siglo XXI y Ernest Cline nos da unas pinceladas de una sociedad devastada y en ruinas, incapaz de afrontar la crisis de recursos energéticos, la superpoblación y las contradicciones del poscapitalismo. En ella, se han incrementado hasta el paroxismo las desigualdades sociales y casi toda la población malvive en pésimas condiciones. 

Para sobrellevar esa negra existencia todo el mundo se refugia en Oasis, un mundo virtual conformado por miles de planetas y escenarios. En este universo, los avatares de cada persona puede vivir una vida paralela en un mundo sin contaminar, plagado de posibilidades y en el que pueden cumplir sus sueños y fantasías. Oasis es un espejismo, una cueva platónica en la que refugiarse y toda la sociedad gira en torno a él.

Este universo virtual suple las carencias de un mundo en ruinas, y así es también para Parzival, el avatar virtual del protagonista de la historia, que en su vida real sobrevive como puede con su tía en un bloque de caravanas a punto de derrumbarse, pero en Oasis puede sacar partido a toda su inteligencia y conocimiento geek del mundo,que pondrá al servicio de su misión, ganar "El concurso". La competición más importante de la historia, la búsqueda del huevo de Halliday.

Halliday fue el hombre que programó Oasis, la mente privilegiada que creo esa realidad paralela de la nada, y cuyo testamento fue ese huevo escondido en Oasis y que, desde su muerte, buscan fanáticamente millones de avatares. Aquel que encuentre el huevo será el nuevo dueño de Oasis, o lo que es lo mismo: la persona más poderosa y rica del planeta. Los cazadores solitarios, como Parzival o Artemis, quieren conservar un Oasis libre, fuera de las garras de las corporaciones, que quieren corromper su esencia. Pero en este concurso no hay reglas... y lo van a tener muy difícil contra esos cazadores sin escrúpulos y con todos los medios a su alcance para apoderarse del huevo.

Pero Halliday era alguien muy especial y escondió el huevo en sus recuerdos (los años 80 en un pueblo del medio oeste americano), plasmados en Oasis, bajo enigmas, misterios, trampas y pistas falsas. Solo un fanático de su figura y de toda la iconografía y referencias de esa época podría tener una mínima oportunidad de encontrar el huevo... Alguien como Parcival.

Y Ernest Cline toma esta premisa para hacer de Ready Player One su homenaje particular a una década (los años 80) en la que el futuro aún era una esperanza luminosa y tecnológica. También es una novela de amor a los primeros videojuegos, y leyéndola se aprende mucho de máquinas Arcade, ordenadores Atari y juegos pixelados.

Y aunque yo no sé nada de videojuegos también pasé mi infancia en los 80 y las constantes referencias de la novela a esos años me han arrancado sonrisas y emociones. Hemman y Skeletor, Dragones y mazmorras, Juegos de guerra, Los goonies, La guerra de las galaxias, Indiana Jones, Lady Halcón, Regreso al futuro, El coche fantástico, Michael Jackson, Duran Duran, las primeras consolas... No soy fetichista, pero el territorio de la niñez siempre es mágico.

Esta novela es una montaña rusa, un abandonarse a la aventura, un regreso a la infancia, una reinterpretación ciberpunk de Robin Hood, una vuelta de tuerca a Harry y la fábrica de chocolate y muchas cosas más, casi tantas como las referencias que se suceden sin solución de continuidad a lo largo de sus páginas.

Ya he contado mucho. Si añoráis los 80, los hayáis vivido o no, y os gustan las aventuras futuristas, no dejéis de leer Ready player one.



domingo, 3 de junio de 2018

La uruguaya, Pedro Mairal

La uruguaya, Pedro Mairal

"Trato de no agregar nada que no haya sucedido, pero de todas formas sin querer le agrego ángulos, planos, perspectivas que en ese momento no vi, porque pasé como pasa uno siempre por su vida, a toda velocidad y a los tumbos".

Cuando mi madre me prestó La uruguaya, lo primero que me llamó la atención fue su edición, ese amarillo como un sol del sur sumado al tacto del papel satinado y mate de la portada hacían que tuviera ganas de acariciarlo constantemente, y eso es una buena carta de presentación para un libro y un autor a los que no conocía de nada, pero algo habitual en Libros del Asteroide.

La uruguaya fue el comienzo de esta primavera de 2018 en Berlín; una primavera de libro: explosiva, radiante, sorpresiva, emocionada, salvaje; esa que tanto he disfrutado, más contemplándola que viviéndola. Qué ganas de reír, de llorar, de comerme el aire caliente dejándome hacer el amor por el sol y por los libros. Una primavera de síndrome de Stendhal, de anhelo de Wanderlust y todo ese placer y ensoñaciones que solo puede despertar una de las de verdad (con mucha naturaleza cerca). 

Los primeros días de abril esa yema primaveral estaba despuntando, ya se intuía lo que podía llegar a ser. Y un sábado, con toda la tarde por delante y en un barrio desconocido, tomé entre mis manos La uruguaya y ya no la pude soltar. Lo externo se desdibujó durante unas horas, ¿fueron cuatro, cinco? Y, de pronto, anticipé esa sensación que a veces produce la buena literatura de estar dentro de las palabras, viviendo entre sus letras, allí y no aquí. 

Y lo que cuenta la novela es importante, pero a la vez no lo es, o por lo menos no para esta reseña sui generis. Hay un escritor en horas bajas con acuciantes problemas económicos, hay una crisis de los cuarenta, hay una paternidad real sin edulcorar y con destellos tan reales que me dan escalofríos al verme reflejada. Hay mucho de autoficción, ironía y sarcasmo, giros inesperados, una prosa musical por la que me deslizo sin esfuerzo pero... sobre todo, hay una mirada, una forma mágica de narrar, de construir una historia y catapultar a ella al lector como un alquimista de las palabras. 
En un momento soy yo la que estoy en Montevideo, a punto de cobrar el adelanto del libro que tendré que escribir en los próximos dos años y me enamoro de la uruguaya, sin buscarlo, sin saber cómo, y me quito veinte años de encima, y ella me lleva y me trae, me trastoca tanto que no puedo sino vomitar en forma de reflexiones todas las frustraciones y tedio de una vida en pareja que se está muriendo delante de mis narices, y, y... 
No me sigáis leyendo a mí, leed a Pedro Mairal, íos a Montevideo con él, evolucionad con Lucas, abrazad la tristeza de la madurez, aferraos a quimeras, sed felices leyendo.


"El tiempo de ese lado del Río de la Plata era distinto, no tan cronológico, sino más total, me parecía. En Uruguay conviven todos los tiempos. El dueño del local parecía sentado en sus silla desde 1967".



* (Si te gusta este libro y no lo encuentras en tu librería de barrio o en la biblioteca, puedes comprarlo a través de este enlace y ayudarme a mantener el blog). 



lunes, 2 de abril de 2018

La cocina de noche, Maurice Sendak

La cocina de noche, Maurice Sendak

La cocina de la noche es un cuento de Maurice Sendak, autor-ilustrador infantil nada complaciente o blando; cosa que ya sabréis si habéis leído su obra cumbre (y más conocida) Donde viven los monstruos
Tanto en ella como en esta hay un trasfondo inconsciente: los sueños, las fantasias, los deseos y los miedos están muy presentes en ambos álbumes.

Esta historia me ha llamado la atención y me ha producido mucha ternura porque el niño protagonista se llama Miguel, igual que el hijo de mi amiga M, y es muy curioso porque el personaje se parece bastante a él.
La cocina de noche, Maurice Sendak

Al igual que en Donde viven los monstruos, la imaginación y el mundo de fantasía vs. miedos de los niños son los grandes protagonistas de la historia.

Miguel está en su cama cuando de pronto oye un grito. "Se hunde entre las sombras y su ropa se pierde, y la luna le mira mientras sus padres duermen. A partir de ese momento (suponemos que en su sueño) vivirá una aventura "culinaria" en la que casi acaba horneado por unos enormes cocineros. 

Pero Miguel, haciendo rimas, sale cantando de la masa, con la que forma un avión y sale volando por la cocina. 
Este hecho tiene grandes implicaciones; Miguel toma el control sobre sus propios miedos y los convierte en un sueño cumplido, sobrevolar la ciudad con su avión y ser espectador y actor de lo que pasa por la noche (territorio tradicionalmente vetado a los niños).

Y le pasan muchas más cosas a Miguel en esta mezcla literaria de surrealismo y arte, tan característico del autor. Pero si queréis saber cómo acaba su aventura, tendréis que leer el libro.

La cocina de noche, Maurice Sendak

La edición de Kalandraka con sus colores vivos, pero con un acabado antiguo completamente respetuosos con el original, y la rugosidad, grosor y calidad del papel merecen todos los elogios posibles. Es una edición muy cuidada, de colección, que encantará también a los adultos.

La cocina de noche se publicó por primera vez en 1970, el mismo año en que Maurice Sendak ganó el premio Andersen (el premio más prestigioso de ilustración).
La cocina de noche, Maurice Sendak
Aquí vemos a Miguel con su avión de masa sobrevolando una inmensa botella de leche

















La cocina de noche, Maurice Sendak
La cocina de noche, Maurice Sendak


















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