sábado, 15 de septiembre de 2018

Ready player one, Ernest Cline



Ready Player One

Vuelvo a dejarme caer por aquí después de muchos meses de ausencia, por tener mucho trabajo, por priorizar otras cosas, por falta de concentración y, en el fondo, por ponerme excusas que me alejan de la escritura, o por lo menos de este tipo, de estas reseñas subjetivas que tantas alegrías me dan, pero que también me cuesta mucho sacar adelante, como ha quedado claro. 

Pero de pronto algo pasa, algo como encontrarme con una lectora inesperada del blog que me pide que vuelva a escribir, que le gusta leerme... O algo como leer un libro que me conmueve y que vuelvo a querer compartir, a pregonar virtualmente esperando que llegue a unos ojos y un ánimo predispuestos a dejarse llevar por mis palabras, por esta recomendación.

Tengo algo dentro que tira de mí hacia la cultura popular, bueno, maticemos, hacia algunas de sus manifestaciones, las más sinceras y menos prefabricadas. 
Esta claro que el gusto lector se educa y a mí me falta práctica en la lectura de los clásicos, o quizá en estos años no he elegido los libros correctos. Ni Pío Baroja, ni Robert Walser, ni... me han removido estos últimos tiempos. 
He apreciado su técnica y su valor literario, he aprendido y me he podido deleitar con la cadencia de su lenguaje, pero me ha costado mucho meterme dentro de sus historias, traspasar las palabras y convertirlas en emociones, vivir las vidas de sus personajes y ser ellos mientras leo.
Por el contrario, eso lo han logrado algunas novelas de fantasía, de ciencia ficción o ficciones contemporáneas reflexivas. Es posible que ahora necesite el escapismo o el análisis contemporáneo que me proporcionan estas lecturas para huir de mis problemas, del paso del tiempo, del fracaso y del dolor del mundo que tanto me cuesta ignorar.

Ready Player One es el paradigma de novela popular y desde antes de empezar a leerla ya contaba con mis simpatías porque me encantan las distopías tecnológicas, esos espejos deformados con los que comparo el presente. Su lectura solo ha confirmado mi intuición. 
Me ha cautivado su universo retrofuturista, sus personajes y su doble existencia en Oasis, su historia de amor adolescente, su debilidad por los raros, los solitarios y los que siguen siendo idealistas en un mundo que se desliza por el abismo de la inconsciencia, la chabacanería, el materialismo ciego y la sordera.

Ready player one nos sitúa en un escenario apocalíptico que no necesita describir en detalle para lograr que el lector se lo imagine vivamente. Estamos a mitad del siglo XXI y Ernest Cline nos da unas pinceladas de una sociedad devastada y en ruinas, incapaz de afrontar la crisis de recursos energéticos, la superpoblación y las contradicciones del poscapitalismo. En ella, se han incrementado hasta el paroxismo las desigualdades sociales y casi toda la población malvive en pésimas condiciones. 

Para sobrellevar esa negra existencia todo el mundo se refugia en Oasis, un mundo virtual conformado por miles de planetas y escenarios. En este universo, los avatares de cada persona puede vivir una vida paralela en un mundo sin contaminar, plagado de posibilidades y en el que pueden cumplir sus sueños y fantasías. Oasis es un espejismo, una cueva platónica en la que refugiarse y toda la sociedad gira en torno a él.

Este universo virtual suple las carencias de un mundo en ruinas, y así es también para Parzival, el avatar virtual del protagonista de la historia, que en su vida real sobrevive como puede con su tía en un bloque de caravanas a punto de derrumbarse, pero en Oasis puede sacar partido a toda su inteligencia y conocimiento geek del mundo,que pondrá al servicio de su misión, ganar "El concurso". La competición más importante de la historia, la búsqueda del huevo de Halliday.

Halliday fue el hombre que programó Oasis, la mente privilegiada que creo esa realidad paralela de la nada, y cuyo testamento fue ese huevo escondido en Oasis y que, desde su muerte, buscan fanáticamente millones de avatares. Aquel que encuentre el huevo será el nuevo dueño de Oasis, o lo que es lo mismo: la persona más poderosa y rica del planeta. Los cazadores solitarios, como Parzival o Artemis, quieren conservar un Oasis libre, fuera de las garras de las corporaciones, que quieren corromper su esencia. Pero en este concurso no hay reglas... y lo van a tener muy difícil contra esos cazadores sin escrúpulos y con todos los medios a su alcance para apoderarse del huevo.

Pero Halliday era alguien muy especial y escondió el huevo en sus recuerdos (los años 80 en un pueblo del medio oeste americano), plasmados en Oasis, bajo enigmas, misterios, trampas y pistas falsas. Solo un fanático de su figura y de toda la iconografía y referencias de esa época podría tener una mínima oportunidad de encontrar el huevo... Alguien como Parcival.

Y Ernest Cline toma esta premisa para hacer de Ready Player One su homenaje particular a una década (los años 80) en la que el futuro aún era una esperanza luminosa y tecnológica. También es una novela de amor a los primeros videojuegos, y leyéndola se aprende mucho de máquinas Arcade, ordenadores Atari y juegos pixelados.

Y aunque yo no sé nada de videojuegos también pasé mi infancia en los 80 y las constantes referencias de la novela a esos años me han arrancado sonrisas y emociones. Hemman y Skeletor, Dragones y mazmorras, Juegos de guerra, Los goonies, La guerra de las galaxias, Indiana Jones, Lady Halcón, Regreso al futuro, El coche fantástico, Michael Jackson, Duran Duran, las primeras consolas... No soy fetichista, pero el territorio de la niñez siempre es mágico.

Esta novela es una montaña rusa, un abandonarse a la aventura, un regreso a la infancia, una reinterpretación ciberpunk de Robin Hood, una vuelta de tuerca a Harry y la fábrica de chocolate y muchas cosas más, casi tantas como las referencias que se suceden sin solución de continuidad a lo largo de sus páginas.

Ya he contado mucho. Si añoráis los 80, los hayáis vivido o no, y os gustan las aventuras futuristas, no dejéis de leer Ready player one.



domingo, 3 de junio de 2018

La uruguaya, Pedro Mairal

La uruguaya, Pedro Mairal

"Trato de no agregar nada que no haya sucedido, pero de todas formas sin querer le agrego ángulos, planos, perspectivas que en ese momento no vi, porque pasé como pasa uno siempre por su vida, a toda velocidad y a los tumbos".

Cuando mi madre me prestó La uruguaya, lo primero que me llamó la atención fue su edición, ese amarillo como un sol del sur sumado al tacto del papel satinado y mate de la portada hacían que tuviera ganas de acariciarlo constantemente, y eso es una buena carta de presentación para un libro y un autor a los que no conocía de nada, pero algo habitual en Libros del Asteroide.

La uruguaya fue el comienzo de esta primavera de 2018 en Berlín; una primavera de libro: explosiva, radiante, sorpresiva, emocionada, salvaje; esa que tanto he disfrutado, más contemplándola que viviéndola. Qué ganas de reír, de llorar, de comerme el aire caliente dejándome hacer el amor por el sol y por los libros. Una primavera de síndrome de Stendhal, de anhelo de Wanderlust y todo ese placer y ensoñaciones que solo puede despertar una de las de verdad (con mucha naturaleza cerca). 

Los primeros días de abril esa yema primaveral estaba despuntando, ya se intuía lo que podía llegar a ser. Y un sábado, con toda la tarde por delante y en un barrio desconocido, tomé entre mis manos La uruguaya y ya no la pude soltar. Lo externo se desdibujó durante unas horas, ¿fueron cuatro, cinco? Y, de pronto, anticipé esa sensación que a veces produce la buena literatura de estar dentro de las palabras, viviendo entre sus letras, allí y no aquí. 

Y lo que cuenta la novela es importante, pero a la vez no lo es, o por lo menos no para esta reseña sui generis. Hay un escritor en horas bajas con acuciantes problemas económicos, hay una crisis de los cuarenta, hay una paternidad real sin edulcorar y con destellos tan reales que me dan escalofríos al verme reflejada. Hay mucho de autoficción, ironía y sarcasmo, giros inesperados, una prosa musical por la que me deslizo sin esfuerzo pero... sobre todo, hay una mirada, una forma mágica de narrar, de construir una historia y catapultar a ella al lector como un alquimista de las palabras. 
En un momento soy yo la que estoy en Montevideo, a punto de cobrar el adelanto del libro que tendré que escribir en los próximos dos años y me enamoro de la uruguaya, sin buscarlo, sin saber cómo, y me quito veinte años de encima, y ella me lleva y me trae, me trastoca tanto que no puedo sino vomitar en forma de reflexiones todas las frustraciones y tedio de una vida en pareja que se está muriendo delante de mis narices, y, y... 
No me sigáis leyendo a mí, leed a Pedro Mairal, íos a Montevideo con él, evolucionad con Lucas, abrazad la tristeza de la madurez, aferraos a quimeras, sed felices leyendo.


"El tiempo de ese lado del Río de la Plata era distinto, no tan cronológico, sino más total, me parecía. En Uruguay conviven todos los tiempos. El dueño del local parecía sentado en sus silla desde 1967".



* (Si te gusta este libro y no lo encuentras en tu librería de barrio o en la biblioteca, puedes comprarlo a través de este enlace y ayudarme a mantener el blog). 



lunes, 2 de abril de 2018

La cocina de noche, Maurice Sendak

La cocina de noche, Maurice Sendak

La cocina de la noche es un cuento de Maurice Sendak, autor-ilustrador infantil nada complaciente o blando; cosa que ya sabréis si habéis leído su obra cumbre (y más conocida) Donde viven los monstruos
Tanto en ella como en esta hay un trasfondo inconsciente: los sueños, las fantasias, los deseos y los miedos están muy presentes en ambos álbumes.

Esta historia me ha llamado la atención y me ha producido mucha ternura porque el niño protagonista se llama Miguel, igual que el hijo de mi amiga M, y es muy curioso porque el personaje se parece bastante a él.
La cocina de noche, Maurice Sendak

Al igual que en Donde viven los monstruos, la imaginación y el mundo de fantasía vs. miedos de los niños son los grandes protagonistas de la historia.

Miguel está en su cama cuando de pronto oye un grito. "Se hunde entre las sombras y su ropa se pierde, y la luna le mira mientras sus padres duermen. A partir de ese momento (suponemos que en su sueño) vivirá una aventura "culinaria" en la que casi acaba horneado por unos enormes cocineros. 

Pero Miguel, haciendo rimas, sale cantando de la masa, con la que forma un avión y sale volando por la cocina. 
Este hecho tiene grandes implicaciones; Miguel toma el control sobre sus propios miedos y los convierte en un sueño cumplido, sobrevolar la ciudad con su avión y ser espectador y actor de lo que pasa por la noche (territorio tradicionalmente vetado a los niños).

Y le pasan muchas más cosas a Miguel en esta mezcla literaria de surrealismo y arte, tan característico del autor. Pero si queréis saber cómo acaba su aventura, tendréis que leer el libro.

La cocina de noche, Maurice Sendak

La edición de Kalandraka con sus colores vivos, pero con un acabado antiguo completamente respetuosos con el original, y la rugosidad, grosor y calidad del papel merecen todos los elogios posibles. Es una edición muy cuidada, de colección, que encantará también a los adultos.

La cocina de noche se publicó por primera vez en 1970, el mismo año en que Maurice Sendak ganó el premio Andersen (el premio más prestigioso de ilustración).
La cocina de noche, Maurice Sendak
Aquí vemos a Miguel con su avión de masa sobrevolando una inmensa botella de leche

















La cocina de noche, Maurice Sendak
La cocina de noche, Maurice Sendak


















* (Si te interesa este libro y no lo encuentras en tu librería de barrio o en la biblioteca, puedes comprarlo a través de este enlace y ayudarme a mantener el blog. Muchas gracias). 

domingo, 25 de marzo de 2018

¿Quién controla el futuro?, Jaron Lanier


¿Quién controla el futuro?, Jaron Lanier


(No ficción)


Jaron Lanier, el autor de ¿Quién controla el futuro? bien podría ser un personaje de una novela de ciberpunk de William Gibson o un viajero en el tiempo buscando justicia en una epopeya de streampunk... Eso es lo que pienso cuando veo su foto de autor en la contracubierta del libro, con sus rastas, su cara de buena persona y su mirada aguda.

Pero más allá de los chascarrillos, Lanier me ha parecido, después de leer este ensayo, una persona muy inteligente y con planteamientos clarividentes y necesarios que deben ser difundidos.


El tema principal que desarrolla el ensayo es el futuro de internet y el de las sociedades occidentales (o más bien de las ciudades-mundo) en las que se desarrolla esta tecnología ubicua en la era del posglobalismo digital.

¿Quién controla el futuro? es un libro pesimista y crítico con la deriva de nuestras sociedades y con lo que nos deparan las próximas décadas debido a la automatización y digitalización de la economía. Y esto es algo que llama la atención viniendo de un gerk, un flipado de la tecnología, que trabaja para Microsoft y que fue uno de los primeros desarrolladores de la realidad virtual.

Él, y yo estoy de acuerdo, cree que el concepto del "todo gratis" en internet, al que tan acostumbrados estamos, está degenerando cada vez más rápidamente en una gigantesca concentración de poder para la plutocracia y una depauperación del nivel de vida de capas cada vez más amplias de la sociedad. 
La denuncia que hace se resume en la frase: "Cuando una empresa te ofrece algo gratis en internet, debes saber que no eres su cliente, eres su producto". 
¿Quién controla el futuro? Jaron Lanier
Aquí el autor parece bastante analógico tocando esta flauta de tres bocas.
Esto significa que el gran negocio de las empresas tecnológicas, y de dónde sacan cantidades astronómicas de dinero, son los datos de los usuarios que utilizan sus servicios. El big data se basa en una compraventa oscura de nuestros datos, que regalamos despreocupadamente por internet  (alegrándonos de poder usar servicios gratis), sin darnos cuenta de que nos hemos convertido en la gallina de los huevos de oro gracias a la cual estas empresas se están forrando mientras empobrecen a capas cada vez más amplias de población.
Además de la venta de datos, Jaron Lanier analiza la perversión de un sistema de cosas que nos impele a crear contenido de valor para la red (cada vez más rápido y en cantidades mayores) de forma gratuita, sin cobran nada por ello; y como esto alimenta la rueda del "todo gratis" en los que los únicos que ven beneficios por el contenido que todos creamos (como el que ahora mismo genero al escribir estas líneas), son los grandes oligopolios dueños de las plataformas.

Para evitar esta distopía en la que estamos inmersos, propone medidas de redistribución del valor y la riqueza digital para que los ciudadanos puedan seguir creando contenido de valor en la red cobrando por ello. 
En un marco económico de desmaterialización de la economía, la única forma de que la clase media y el precariado puedan vivir dignamente es que todo ese tiempo y conocimientos que están volcando en la red gratuitamente se pague. 
En este modelo, las grandes empresas tecnológicas tendrían que cambiar su política actual y redistribuir los enormes beneficios que ahora obtienen sin entregar nada a cambio a las sociedades y los individuos que les están haciendo ricos.

En este ensayo, Jaron Lanier nos habla de los ideales que impulsaron la creación de internet, y como la red partió de unos ideales de difusión del conocimiento y libertad "la información debía fluir sin trabas y nadie debía pagar por ella". Pero, con el tiempo, se vio que la forma de rentabilizar este modelo era la creación de los grandes imperios-espía publicitarios (en sus palabras).


Y aquí viene el nudo gordiano: Todo será gratis en Internet a cambio de que las personas que lo usemos renunciemos y vendamos nuestra privacidad a estas empresas. De nuevo la visionaria frase: "Tú no eres el cliente de las grandes corporaciones, eres su producto".



Tenemos un enorme problema, porque estás grandes empresas y sus granjas de servidores más avanzados y potentes se comportan como parásitos que extraen riqueza de la economía real sin dar nada a cambio a esa sociedad de la que viven.


Esta política del todo gratis avanza sin pausa, y mezclada con la mecanización, robotización y otras problemáticas y desafíos impulsados por la cuarta revolución industrial hacen que cada vez haya menos trabajo y se pague menos por él: la clase media está en vías de desaparición.



En la segunda parte de ¿Quién controla el futuro? el autor plantea, de forma muy detallada, posibles soluciones a estos problemas de una forma muy lúcida y detallada.
Su apuesta o proposición visionaria, es la de un mundo digital humanístico en el que se rediseñe el concepto de internet desde sus cimientos, y se proteja a la población de las grandes corporaciones con diferentes medidas, entre ellas la renta básica.
No habla de luchar contra los avances, lo cual es imposible y no tiene sentido, pero sí de ponerlos al servicio de una sociedad más igualitaria y justa.

Si os interesa el mundo en qué vivimos, a dónde va y alternativas para mejorarlo, no dejéis de leerlo.

miércoles, 7 de febrero de 2018

HeroLeaks, H. de Mendoza


HeroLeaks, H. de Mendoza

Esta entrada es un poco diferente a otras del blog, ya que normalmente escribo sobre libros de los que "solo" soy lectora, pero en este caso soy algo más, ya que formo parte del proceso creativo.

En HeroLeaks he participado como correctora, revisora de estilo y contenido, además de ayudar a maquetarla y digitalizarla. Y ahora me hallo inmersa, junto con H. de Mendoza (seudónimo que utiliza el autor), en la complicada labor de difusión y promoción. 

Llegados a este punto me gustaría ser muy sincera con vosotros/as: "Cada venta la sudas". En este proceso nos estamos dando cuenta de lo difícil que es vender un solo ejemplar fuera de tu círculo de familiares y amigos. 
Es lógico, teniendo en cuenta la ingente sobreestimulación de ofertas, propuestas, invitaciones que convierte el mundo virtual en una rueda de hámster que no lleva a ninguna parte, pero por otra me gustaría mucho tener esa respuesta a una novela que se merece una oportunidad.

Cuando E. se puso en contacto conmigo hace ya más de dos años para proponerme que trabajásemos juntos para sacar adelante la novela que había escrito, tuve algunas reticencias iniciales... Pero estas se disiparon en cuanto empecé a leerla y supe que la historia que contaba iba a atrapar a los lectores, como me estaba atrapando a mí.

HeroLeaks es una novela de género, y no tiene pretensiones de ser otra cosa, lo cual es muy de agradecer, pero su virtud es ir desentrañando una trama que podría ser real y que alimenta en la sombra incontables leyendas urbanas que nunca habían llegado a desarrollarse en ningún libro hasta ahora. 

Esta historia de asesinos, filtraciones y espías modernos nos recuerda a noticias que hemos escuchado sobre WikiLeaks, Snowden e incluso Anonimus, conspiraciones que han demostrado ser reales y han salido a la luz en nuestro mundo hiperconectado y sin privacidad.  

HeroLeaks tiene muchos personajes, espacios y tiempos, que hacen de ella una novela coral y veloz; y van creciendo en sus páginas al ritmo endiablado de los acontecimientos que desencadenan las filtraciones de SK.

Como soy juez y parte no quiero contaros mucho más sobre ella, pero sí me gustaría añadir algunas de las frases que han compartido algunos de sus lectores.

"Que gusto da encontrarse estas sorpresas. Me atrapó desde la primera página. Libro ágil y muy entretenido. Con una trama elaborada pero muy original, y con unos cuantos guiños que no podrán evitar sacarte un sonrisa mientras asocias y desentrañas corruptelas. Muy bueno. H. de Mendoza, heredero de Don Winslow".

"No acostumbro a leer libros de este género y tengo que confesar que me ha sorprendido gratamente y que lo he leído de un tirón. Tiene una trama original que se va desvelando poco a poco, que te sorprende y te atrapa. Nos lleva por distintos años y escenarios muy bien descritos. Los personajes están bien esbozados y van contando la historia desde diferentes puntos de vista. Me han gustado mucho las mujeres, que tienen un papel protagonista y que crecen y se empoderan según va avanzando la historia.
La forma de contar es muy eficaz y cinematográfica".

“HeroLeaks” esconde un thriller moderno entre sus páginas. ¿Quién no ha oído hablar de Julian Assange? ¿Quién no conoce a Snowden? Esta novela trata de una filtración que llega a HeroLeaks (no os voy a explicar que es HeroLeaks, eso lo tenéis que descubrir leyendo la novela) y que provoca una serie de acontecimientos que desenvocaran en una serie de escenas y escenarios bien descritos y que introducirán al lector en un sinfín de emociones".

Si tenéis curiosidad y queréis leer la novela (no os arrepentiréis), podéis comprarla siguiendo este enlace.

domingo, 21 de enero de 2018

De mujeres, palabras y alfileres. El patriarcado en el lenguaje, Yadira Calvo

Después de bastante tiempo, mi madre vuelve a pasarse por el blog para comentar una de sus últimas lecturas, que quiere compartir con vosotros/as.
De mujeres, palabras y alfileres. El patriarcado en el lenguaje, Yadira Calvo


Como muchas otras mujeres de mi edad (sesenta y tantos) participo en grupos políticos y ciudadanos de distinto tipo, lo que antes se llamaba «militancia». En uno de los que me siento más cómoda es en la tertulia feminista de Seco.
Son reuniones que a veces parecen de madres e hijas. Las chicas secanas son veinteañeras y treintañeras, (curiosamente, falta la franja de edad de los 40 y 50 años). Leemos un libro al mes y lo comentamos entre todas en un ambiente distendido y agradable.


Hemos leído desde libros clásicos como Una habitación propia, de Virginia Woolf o El Segundo sexo, de Simone de Beauvoir (ninguna fuimos capaces de leerlo entero) a best seller como El cuento de la criada, de Margaret Atwood y otros más actuales y rompedores como Teoría King Kong, de Virginie Despentes, Quién quiere ser madre, de Silvia Nanclares o La mucama de Omicunlé, de Rita Indiana.

El último ha sido De mujeres, palabras y alfileres, de la costarricense Yadira Calvo, libro que para mí ha supuesto todo un descubrimiento. 

Igual que otras feministas y escritoras latinoamericanas, tiene mucho que decir y además lo dice muy bien.

Hasta ahora las críticas al lenguaje sexista y las propuestas de un lenguaje inclusivo me habían parecido poco argumentadas, difíciles de seguir y a veces hasta ridículas, pero este libro te cambia totalmente la perspectiva. La autora, feminista y lingüista de prestigio maneja una extensa bibliografía, y ha escrito un ensayo serio, riguroso, documentado en el que, sin perder rigor académico, ha sido capaz de transmitir sus teorías de forma amena, con ironía, sentido del humor y sin ninguna pedantería.

Mujer de mente abierta y nada dogmática, su obra no pretende dar recetas fáciles sino intentar entender la situación en la que estamos y plantear cuestiones como estas: Por qué la gramática va del brazo del patriarcado; cómo el léxico se confabula con la dominación; cómo el pensamiento hegemónico a fuerza de repetirse se convierte en la «verdad» oficial, y otras muchas.

Es decir, el libro habla del lenguaje como herramienta fundamental del poder y nos explica cómo durante siglos ha sido utilizado para someter razas, países, clases y muy especialmente a las mujeres, grupos a los que se considera inferiores y a los que no se consiente salir del peldaño que se les ha asignado en la escala social.
No es un libro de lectura rápida sino de tomar apuntes, releer y tenerlo a mano como texto de referencia.

Los seis primeros capítulos, para mí los más difíciles de leer, tienen un enfoque lingüístico, sociológico y político, y explican cómo la lengua oficial estructura y sostiene el punto de vista del grupo dominante y establece lo correcto y lo incorrecto para mantener sus intereses.

Muy interesante es el capítulo dedicado a la Real Academia, un club privado y exclusivo de hombres, en el que lo que menos importa es la lengua y lo que más el mantenimiento del sillón y de los privilegios que conlleva. Grandes figuras de la literatura y la lengua española no han entrado en la RAE por el mero hecho de ser mujeres. La primera entró en el año 1978 y desde entonces solo ha habido diez académicas. Muchos de sus miembros varones se consideran policías del idioma, patriarcas que pontifican sobre lo correcto y lo incorrecto, dictaminan lo que es mala y buena literatura, rechazan cualquier cambio y velan porque no se toque la «esencia» del idioma, lo que en el siglo XIII Alfonso X el Sabio llamó «el castellano derecho».
En los siguientes capítulos, y con muchos ejemplos concretos, se habla del androcentrismo, el sexismo, la misoginia y la violencia machista que lo impregna todo: la política, la cultura, la publicidad, la letra de las canciones, las metáforas, los refranes, los tacos…

Está claro que esta sociedad no va a cambiar de un día para otro, pero entender los mecanismos de la dominación es fundamental para lograrlo y, como dice la autora al final del libro: «Hay que ponerle cascabeles al lenguaje que rebaja y envenena. Que lo oigamos venir, que lo podamos seguir, que todas sepamos de donde viene, con quién se asocia y a donde va».

 





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