Estoy de vacaciones con mi familia en Gijón. No puedo
resistirme a manosear sus libros. Manuel Chaves Nogales, recién comprado y
oliendo a páginas sin tocar, tapas duras y porte de libro de Siruela, Benjamin
Black anticipa a mi tía absorbida por el sillón perdiéndose en historias de
detectives con sabor a cine negro de los 40.
De una mochila asoma Bolaño, su novela corta Nocturno de Chile. Leo
la contraportada, me recorre ese escalofrío de gusto que me produce recordar lo
que siento cuando leo a este autor, hace mucho ya, el estremecimiento de placer, el no poder apartar los ojos de sus frases, de sus macabras historias
llenas de maldad y poesía, la literatura impregnándolo todo. Sé que he leído Nocturno de Chile, estoy casi segura,
pero no sé cuándo, dónde y cómo. Tendré que averiguarlo de nuevo.
Sebastián Urrutia Lacroix, chileno de ascendencia vasca,
narra en primera persona su historia, la novela es el monólogo de su vida. Siendo muy joven, recién salido del
seminario, conoció a Farewell, un cura que le produce una fascinación rodeada de misterio y malos presagios, y su vida de clérigo, crítico literario y poeta fracasado, discurre por caminos paralelos a los de este misterioso personaje. Es memorable la escena en la que Farewell le invita a su casa de campo para una lectura de poesía de fin de semana junto con Neruda y otros poetas, que de repente convierten la novela casi en una historia de espíritus.
De nuevo la marca de la casa de Bolaño: los ambientes malsanos, la atmósfera anticipatoria, el desasosiego, la importancia de los silencios y de los lugares en los que se desarrollan las vidas de los personajes. La novela está llena de símbolos esbozados y de horrores que van apareciendo con cuentagotas, como la vergonzosa relación de una parte del mundo de la literatura con el círculo del dictador Pinochet en el Chile de los años 70; el clima de complicidad y la participación, explícita u oculta, en las desapariciones de los disidentes, y otros horrores que han permanecido tanto tiempo silenciados.
Nouvelle psicológica, de personajes, simbólica, y que anticipa la increíble maestría de Bolaño en sus dos obras cumbre: Los detectives salvajes y 2666 para elaborar monólogos río, historias que cuentan otras historias, que se bifurcan y crecen ante el lector, hipnotizado ante su prosa que muchas veces duele y corta la respiración.
Ya hablé de mi amor por Bolaño en la reseña de este libro que le dedica su editor y amigo Jorge Herralde.
Comprar este libro aquí.*(Si compras el libro a través de este enlace me estarás ayudando a seguir con el blog. ¡Muchas gracias!).
No hay comentarios :
Publicar un comentario
Gracias por pasarte por aquí