Frederick es un clásico de la literatura infantil, un libro enormemente recomendable del que vengo a hablaros hoy.
Lo primero que me gusta de él es su particular "elogio de la pereza" y su reivindicación de los "trabajos del alma o no productivos".
-¿Y tú por qué no trabajas, Frederick -le preguntaban los demás.
-Yo trabajo -les respondía Frederick-. Recojo rayos de sol para los días fríos del invierno.
-¿Y tú por qué no trabajas, Frederick -le preguntaban los demás.
En este cuento todos los ratones del grupo se afanan en prepararse para el invierno: recogiendo provisiones, recolectando comida, preparando la madriguera para que resista al viento y a la nieve... todos menos Frederick, que parece que está sentado sin hacer nada, solo y pensativo subido en una roca.
Los demás ratones están un poco molestos con él porque piensan que es un vago. Cuando le preguntan por qué no les ayuda, Frederick les explica cuál es su trabajo: pensar en palabras para poder contarles cuentos, visualizar todos los colores del campo para poder describírselos en los meses de oscuridad...
Y, efectivamente, cuando en lo más frío del crudo invierno se les van acabando las provisiones y están decaídos y tristes, Frederick se pone a contarles las historias y cuentos, a describirles los colores y las sensaciones que recolecto en su cabeza, y los ratones sueñan a través de sus palabras y se sienten reconfortados y calientes por dentro. ¡Eres un poeta!, le dicen, y Frederick se ruboriza y asiente.
¡Qué bonita metáfora del papel de la poesía y el arte en la vida!
No se comen, no producen objetos materiales, pero son tan imprescindibles como estos.
Aunque a mí no se me había ocurrido, he leído en algún blog que este cuento es como la fábula de La cigarra y la hormiga, pero con el mensaje invertido, y es totalmente cierto.
Si podéis, fijaos en las ilustraciones del cuento, ya que Leo Lionni tiene un estilo muy peculiar usando técnicas variadas: acuarela, collages de papeles y cartulinas... y todo con un trazo fino, minimalista y muy tierno sin necesidad de muchos detalles.
Del autor, Leo Lionni, también conozco Nadarín, que también es deliciosa y con unas ilustraciones que me han gustado aún más que las de este álbum ilustrado.
El libro está editado por Kalandraka, a la que hay que agradecerle la difusión de tantas obras infantiles imprescindibles.
*(Si te gusta este libro y no lo encuentras en tu librería de barrio o en la biblioteca, puedes comprarlo a través de este enlace y ayudarme a mantener el blog. Muchas gracias).
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