"Mirar a tu bebé recién nacido se parece a tomar éxtasis.Una mezcla de extrema suavidad, aprensión y ganas de bailar" (Nueve lunas p. 153).
¿Hacer una crónica de periodismo gonzo sobre el propio embarazo? Esta es la premisa de la que parte Nueve lunas.
Pero es mucho más que eso; un texto híbrido que oscila entre varios géneros: la narración, el ensayo, el reportaje y la autobiografía íntima.
Gabriela es peruana, vive en Barcelona y se gana la vida a matacaballo, como periodista outsider, dedicada a escribir sobre sexo (propio y ajeno) y cuyas crónicas han sido recopiladas en el volumen Sexologías (2008). En un diciembre horrible plagado de malas noticias: el suicidio de su mejor amiga, una grave enfermedad de su padre y un doloroso posoperatorio de la extirpación de unas glándulas mamarias supernumerarias, se entera de que está embarazada.
Este libro es el relato de esas cuarenta semanas mes a mes. Pero olvidaos de libros de autoayuda o de informaciones "supuestamente" útiles para mujeres en estado de buena esperanza; de esos manuales, que casi todas las que hemos estado embarazadas hemos leído, en los que el embarazo aparece como algo que puedes observar y analizar sin implicación emocional, o esos otros que de tan cursis y ñoños te dan aún más nauseas de las que ya tienes. Aquí hay una chica asustada, encantada, mareada, sin curro, con dilemas intelectuales e inteligencia para abordar la propia gestación desde un punto de vista que se mueve entre lo sarcástico, lo cínico, lo tierno y sobre todo lo real.
Este libro es el relato de esas cuarenta semanas mes a mes. Pero olvidaos de libros de autoayuda o de informaciones "supuestamente" útiles para mujeres en estado de buena esperanza; de esos manuales, que casi todas las que hemos estado embarazadas hemos leído, en los que el embarazo aparece como algo que puedes observar y analizar sin implicación emocional, o esos otros que de tan cursis y ñoños te dan aún más nauseas de las que ya tienes. Aquí hay una chica asustada, encantada, mareada, sin curro, con dilemas intelectuales e inteligencia para abordar la propia gestación desde un punto de vista que se mueve entre lo sarcástico, lo cínico, lo tierno y sobre todo lo real.
Quizás es porque yo también he vivido un embarazo y tuve tiempo de enloquecer, de volver a mi ser, de cagarme de miedo, de ver mi cuerpo transformarse y de vivir una de las experiencias más increíbles de mi vida... y que es solo el comienzo de todo lo que viene después.
Nueve lunas es una crónica subjetiva de la experiencia de la autora y caben en ella muchos de los temas que me interesan: la precariedad laboral y vital que asola a mi generación, la posición del migrante, diferentes, y a veces encontradas, teorías antropológicas y feministas sobre la maternidad, anécdotas desternillantes de su embarazo y sobre todo el relato humano narrado con pulso periodístico sobre el increíble viaje que supone el gestar y parir una nueva vida.
"Pasé largas horas viendo telebasura, durmiendo y soñando que daba a luz a un mono". (p. 16).
Gabriela Wiener tiene la habilidad de desgranar su experiencia subjetiva alternando los sucesos cotidianos con la teoría: los libros que lee, sus intereses intelectuales, Barcelona (como un personaje más), su pareja, las consultas ginecológicas (abusos y absurdos de la sobremedicación del embarazo enfrentados a las teorías de "la vuelta a la Naturaleza" de la gestación, parto y crianza, a las que por otra parte también critica, construyendo un discurso rico y sincero que no cae en lo dogmático), y también aparecen por sus páginas Simone de Beavoir, Catherine Miller, Bataille, Silvia Platz, Casilda Rodrigañez y Adrianne Rich, entre otras.
También me ha encantado, por sentirme muy identificada, el humor inteligente con el que escribe sobre los terrores de las embarazadas en la era de Internet y la sobreinformación, de las complicadas relaciones madre-hija y de los manuales de embarazo y sus a veces rocambolescas afirmaciones, al tiempo que recupera su propio pasado sin mojigatería.
"Por mi parte, ya estaba bastante harta de tener que ubicarme siempre en un lado de alguna estúpida controversia. En el mundo de la absoluta incertidumbre en que vivimos las mujeres fertilizadas cualquier cosa es tema de Estado. Somos tan manipulables que damos asco". (p.86).
También le da tiempo a meterse con los babyshowers, el consumismo voraz desarrollado para hacer que los futuros padres se gasten el máximo dinero posible en la llegada de su retoño y con la plaga del exhibicionismo virtual:
"Si el nacimiento de un niño es un ritual de consumo, Ikea es el templo sagrado al que toda futura madre proletaria debe acudir como una asidua devota". (p. 131)
"Madre e hijo cuerpo a cuerpo. El continuum. Eso era tendencia. También era tendencia, aunque quizá desde la otra orilla, llevar un blog del bebé. Un bebé sin blog es como un ser humano sin blog: un bicho raro. Internet también está saturado de diarios de vida de nonatos".
El libro termina con un precioso relato de su parto, y dice, cuando le ponen a su hija encima:
"Está completa. Solo tiene una marca en un ojo: está herida de guerra. Huele a algo muy limpio (...) Sus manos son larguísimas y translúcidas como las de un vampiro (...)".
Y me emocioné cuando describe sensaciones que yo puedo suscribir palabra por palabra:
"Mi teta negra es un manantial. Es el consuelo para todos los males, quita el hambre y el susto. Siempre lo supe".
A cualquier madre o padre (o a los que estén pensándoselo) y a todos los que os interese una mirada inteligente y divertida sobre la maternidad os recomiendo encarecidamente leer este libro.
"Pasé largas horas viendo telebasura, durmiendo y soñando que daba a luz a un mono". (p. 16).
Gabriela Wiener tiene la habilidad de desgranar su experiencia subjetiva alternando los sucesos cotidianos con la teoría: los libros que lee, sus intereses intelectuales, Barcelona (como un personaje más), su pareja, las consultas ginecológicas (abusos y absurdos de la sobremedicación del embarazo enfrentados a las teorías de "la vuelta a la Naturaleza" de la gestación, parto y crianza, a las que por otra parte también critica, construyendo un discurso rico y sincero que no cae en lo dogmático), y también aparecen por sus páginas Simone de Beavoir, Catherine Miller, Bataille, Silvia Platz, Casilda Rodrigañez y Adrianne Rich, entre otras.
Aquí estoy yo embarazadísima y, aunque no lo parezca, acojonada. |
"Por mi parte, ya estaba bastante harta de tener que ubicarme siempre en un lado de alguna estúpida controversia. En el mundo de la absoluta incertidumbre en que vivimos las mujeres fertilizadas cualquier cosa es tema de Estado. Somos tan manipulables que damos asco". (p.86).
También le da tiempo a meterse con los babyshowers, el consumismo voraz desarrollado para hacer que los futuros padres se gasten el máximo dinero posible en la llegada de su retoño y con la plaga del exhibicionismo virtual:
"Si el nacimiento de un niño es un ritual de consumo, Ikea es el templo sagrado al que toda futura madre proletaria debe acudir como una asidua devota". (p. 131)
"Madre e hijo cuerpo a cuerpo. El continuum. Eso era tendencia. También era tendencia, aunque quizá desde la otra orilla, llevar un blog del bebé. Un bebé sin blog es como un ser humano sin blog: un bicho raro. Internet también está saturado de diarios de vida de nonatos".
El libro termina con un precioso relato de su parto, y dice, cuando le ponen a su hija encima:
"Está completa. Solo tiene una marca en un ojo: está herida de guerra. Huele a algo muy limpio (...) Sus manos son larguísimas y translúcidas como las de un vampiro (...)".
Y me emocioné cuando describe sensaciones que yo puedo suscribir palabra por palabra:
"Mi teta negra es un manantial. Es el consuelo para todos los males, quita el hambre y el susto. Siempre lo supe".
A cualquier madre o padre (o a los que estén pensándoselo) y a todos los que os interese una mirada inteligente y divertida sobre la maternidad os recomiendo encarecidamente leer este libro.
Otros dos libros importantes para mí sobre este tema han sido:
¿Dónde está mi tribu? Maternidad y crianza en una sociedad individualista, de Carolina del Olmo
y La maternidad y el encuentro con la propia sombra, de Laura Gutman, del que hablé aquí.
P.D.: He recibido el comentario de varios lectores contándome que gracias a una de mis reseñas positivas, han decidido comprar el libro en cuestión. Como sabéis, en el menú de la página de inicio hay un apartado de "mis recomendaciones" con una lista de libros imprescindibles en mi periplo lector que podéis comprar a través de los enlaces de afiliados que incluyo. Ahora he decidido incluír estos enlaces de compra en las críticas de los libros que me han entusiasmado dentro del blog. Mi compromiso ético es que siempre he leído los libros y que solo pongo enlaces a aquellos que me encantaría que vosotros/as también leyeráis. Si queréis una explicación más detallada sobre este tema podéis leerla aquí.
Comprar este libro
Como siempre que haces una buena critica me dan unas ganas irrefrenables de leer el libro, aunque hace ya un montón de años que pasé por esa experiencia es algo que no se olvida nunca.
ResponderEliminarPero me ha hecho mucha gracia comprobar la forma tan diferente en que se vivia la maternidad hace 3 o 4 décadas: como mucho había dos o tres libros sobre el tema, una pelicula alemana, creo que se llamaba Helga, que causo un gran escandalo y algún manual entre nazi y noño sobre la crianza de los hijos, sería divertido leerlos y compararlos con toda la literatura que existe ahora de las tendencias mas variopintas y extravagantes. Lo mas moderno en aquella época era el mal llamado"parto sin dolor" que se limitaba a respiraciones y ejercicios de yoga.
Me he acordado mucho de nuestra querida M. que ha sido mama hace unos días.
Isabel