Al escritor guatemalteco Eduardo Halfon le he conocido por casualidad, en realidad como a todos los escritores y escritoras, por esas casualidades que no son tales, sino hilos invisibles y personas y conversaciones llenas de nombres y libros que te llevan a otros libros. Menos mal que se dan esas confluencias porque Halfon es uno de esos escritores que no merecen pasar desapercibidos.
Eduardo Halfon participa con su cuento "El bambú" en el número cinco de la revista literaria Alba (literatura latinoamericana leída y celebrada desde Berlín). Mi amiga Karina, que forma parte de la redacción de la revista, fue la que me contó que Halfon iba a venir a Berlín a hablar de sus libros y a hacer una lectura de "El bambú". Yo, a pesar de tener la revista en casa, no había leído el cuento en cuestión. El día del encuentro llovía, llegué a la librería tarde y haciendo ruido. La gente escuchaba al escritor con expresión solemne aunque él no parecía ni hablaba como una persona solemne, y en seguida me zambullí en su discurso, que fluía como una historia, sobre sus libros y cómo estos se encuentran situados en un espacio incierto entre el cuento y la novela, sobre el narrador común a todos ellos que ejerce de hilo conductor y que no es más que él mismo (su personalización ficcional). También habló de su proceso creativo, de Guatemala y la vuelta a la tierra del intelectual desencantado, y de sus antepasados europeos judíos, sobre todo de su abuelo, que está presente de forma tangencial en los relatos de El boxeador polaco y que es protagonista de uno de ellos.
Oyéndole hablar estaba deseando poder coger uno de sus libros y leerlo en cuanto llegara a casa, pero no me podía permitir comprarlo así que me quedé con las ganas. A los pocos días lo vi llamándome desde una balda de la biblioteca, estratégicamente colocado en mi ángulo de visión (él también deseaba que lo tomase). Su lectura ha cumplido de sobra las expectativas que tenía puestas en él.
Es un libro sincero que ficcionaliza aspectos de la vida del escritor, que es narrador y personaje de cada uno de los cuentos, que también podrían ser capítulos de una gran novela fragmentada que sería toda la producción de ficción de Eduardo Halfon, como él mismo aclaró en la charla en la que le conocí.
El boxeador polaco me gana desde el principio, relatando las contradicciones de un profesor de literatura. Las fricciones entre la literatura en el ámbito académico y la literatura que es tierra. La eterna dicotomía entre los libros y la vida. La vuelta a las raíces como forma de encontrarse con uno mismo; tema que trata con una sencillez y un estilo alejados del barroquismo de, por ejemplo, Los pasos perdidos, de Alejo Carpentier, otro libro que me marcó en el momento adecuado.
Me gusta esta novela atípica porque hay mucha reflexión, pero expresada de forma clara con lo que es fácil dejarse llevar por la sensación de que uno está en la cabeza del narrador. Hay mucha literatura y personajes interesantes con un punto misterioso, o así los ve el narrador, que tiene una forma particular de observar e interpretar la realidad con la que me siento identificada.
"Y para qué la literatura. Para qué un curso más escuchando a un pendejo más hablar aún más pendejadas literarias, y cuán maravillosos son los libros, y cuán importantes son los libros, y entonces mejor quítense de mi camino porque me las puedo solo, sin libros y sin pendejos que todavía creen que la literatura es una cosa importante" (p. 12).
Estoy deseando leer otra rama del árbol que son los libros de Eduardo Halfon, y este es un autor que me gustaría tener en mi biblioteca, para poder releer, subrayar y dejarme inspirar por sus palabras.
Otra vez has logrado crear unas ganas locas de lanzarte a las estanterías en busca del libro.
ResponderEliminarPero tengo la impresión de que no lo voy a encontrar en mi biblioteca
Isabel