María y yo es un cómic especial casi desde su título, ya que aunque está escrito y dibujado por Miguel Gallardo también aparece su hija como coautora. Ella es la verdadera protagonista de esta historia, y los lectores observamos y aprendemos sobre su modo de ver la vida y de experimentarla gracias al relato de su padre.
"María tiene 12 años, una sonrisa contagiosa, un sentido del humor especial y tiene autismo". Así nos la presenta.
El cómic ilustra una semana de vacaciones en un resort de Canarias de Miguel y su hija. En el relata su cotidianeidad, y en ella por supuesto está presente el autismo de María, pero tratado de forma muy poco altisonante, sin victimismos o dándole todo el protagonismo, simplemente es algo que forma parte de ella, y gracias a esta forma de presentarlo los lectores aprendemos a acercarnos a él desde otra perspectiva.
Es un cómic con bastante texto y muy explicativo. Enseguida me he metido en la historia y me he trasladado a ese hotel al lado de la playa, tumbada en la piscina viendo pasar alemanes rojos como cangrejos y oyendo como María repasa mentalmente sus queridas e interminables listas de todas las personas que ha conocido a lo largo de su vida.
El autor intercala, en medio del relato costumbrista, características del carácter de su hija: lo que le gusta hacer y lo que no, cómo expresa sus emociones y el cariño, y las reacciones que causa su trastorno en las personas que interactúan con ella, pero que en realidad no la conocen.
A María le encanta que su padre sea dibujante y se deleita con las caras que le pinta de todas esas personas que conoce o con las que en algún momento se cruzó.
"María es única, igual que todo el mundo". Esta frase simboliza el sentir del cómic.
No siempre es fácil estar con ella, muchas de sus costumbres, actitudes o rituales pueden resultar molestos, como cuando grita mucho o te pega pellizcos para demostrar que está contenta, pero gracias a Miguel Gallardo vemos todo esto desde la empatía y el amor incondicional que él siente por ella; y quizás ahora, aunque no la conozcamos personalmente, empecemos a entenderla.
Dejaremos atrás tópicos como el que todos los niños autistas son fríos y distantes, nos emocionaremos con su sensibilidad y nos reiremos mucho gracias a su particular sentido del humor.
Esta historia nos habla de aspectos de la vida que normalmente queremos esconder porque nos resultan dolorosos (como son el rechazo y la incomprensión que sufren los familiares de personas con autismo) y lo hace con sensibilidad, sinceridad y ternura.
El haber escogido el formato de historia gráfica es todo un acierto ya que entronca con el lenguaje visual de los pictogramas que tanto se utiliza en la comunicación con personas con trastornos del desarrollo.
Este cómic está en relación con una rama del cómic contemporáneo que saca a la luz las historias personales de los autores en forma autobiográfica y desde un punto de vista que reivindica la subjetividad. Un par de ejemplos que se me ocurren de cómics que hablen de temas "incómodos" son Píldoras azules, que habla sobre la vida cotidiana de una pareja en la que ella es seropositiva; y Arrugas de Paco Roca, que trata sobre el tema del Alzheimer.
"María tiene 12 años, una sonrisa contagiosa, un sentido del humor especial y tiene autismo". Así nos la presenta.
El cómic ilustra una semana de vacaciones en un resort de Canarias de Miguel y su hija. En el relata su cotidianeidad, y en ella por supuesto está presente el autismo de María, pero tratado de forma muy poco altisonante, sin victimismos o dándole todo el protagonismo, simplemente es algo que forma parte de ella, y gracias a esta forma de presentarlo los lectores aprendemos a acercarnos a él desde otra perspectiva.
Es un cómic con bastante texto y muy explicativo. Enseguida me he metido en la historia y me he trasladado a ese hotel al lado de la playa, tumbada en la piscina viendo pasar alemanes rojos como cangrejos y oyendo como María repasa mentalmente sus queridas e interminables listas de todas las personas que ha conocido a lo largo de su vida.
El autor intercala, en medio del relato costumbrista, características del carácter de su hija: lo que le gusta hacer y lo que no, cómo expresa sus emociones y el cariño, y las reacciones que causa su trastorno en las personas que interactúan con ella, pero que en realidad no la conocen.
A María le encanta que su padre sea dibujante y se deleita con las caras que le pinta de todas esas personas que conoce o con las que en algún momento se cruzó.
"María es única, igual que todo el mundo". Esta frase simboliza el sentir del cómic.
No siempre es fácil estar con ella, muchas de sus costumbres, actitudes o rituales pueden resultar molestos, como cuando grita mucho o te pega pellizcos para demostrar que está contenta, pero gracias a Miguel Gallardo vemos todo esto desde la empatía y el amor incondicional que él siente por ella; y quizás ahora, aunque no la conozcamos personalmente, empecemos a entenderla.
Dejaremos atrás tópicos como el que todos los niños autistas son fríos y distantes, nos emocionaremos con su sensibilidad y nos reiremos mucho gracias a su particular sentido del humor.
Esta historia nos habla de aspectos de la vida que normalmente queremos esconder porque nos resultan dolorosos (como son el rechazo y la incomprensión que sufren los familiares de personas con autismo) y lo hace con sensibilidad, sinceridad y ternura.
El haber escogido el formato de historia gráfica es todo un acierto ya que entronca con el lenguaje visual de los pictogramas que tanto se utiliza en la comunicación con personas con trastornos del desarrollo.
Este cómic está en relación con una rama del cómic contemporáneo que saca a la luz las historias personales de los autores en forma autobiográfica y desde un punto de vista que reivindica la subjetividad. Un par de ejemplos que se me ocurren de cómics que hablen de temas "incómodos" son Píldoras azules, que habla sobre la vida cotidiana de una pareja en la que ella es seropositiva; y Arrugas de Paco Roca, que trata sobre el tema del Alzheimer.
María observando ensimismada la arena de la playa al caer de su mano al cubo. |
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