"Lo que fascina a todo el mundo es la corrupción de los signos, es que la realidad, en todo lugar y en todo momento está corrompida por los signos" Jean Baudrillard.
En los últimos meses, o incluso en el último año, leo cada vez más ensayos, y la sociología se ha convertido en el género que no puedo dejar y que me tiene enganchada, aunque no siempre de forma muy fructífera (como en este caso). Creo que leer ensayos que explican o formulan narrativas sobre la sociedad y el mundo que habito, y que a veces tanto me duele, calma la ansiedad que acompaña a ese dolor.
Pero... no siempre son lecturas para las que esté preparada y a veces saco pocas ideas en claro en medio de un entramado filosófico críptico de difícil comprensión más allá de un par de conceptos que retumban y permanecen.
Queridos lectores les presento a Baudrillard. El rey de la alusión y el retruécano, el maestro del enrevesamiento, aquel que coge un tema y dice "ahora a deconstruirlo" (¿O ese era Derrida?) hasta que una se encuentra ante palabras y frases que por separado transmiten cosas pero en su estilo misterioso y poético dejo de entender como conjunto.
Este libro tiene virtudes. Es del año 1984 y expone una teoría sobre la deriva de nuestras sociedades occidentales que es una previsión muy acertada de lo que luego se ha ido exacerbando en los siguientes 30 años hasta llegar al paroxismo de Fb, Twitters, Instagram, selfies, presencia, culto y escarnio publico 24/7 en el que vivimos hoy felizmente instalados, y que no es ni más ni menos que la "sociedad del espectáculo". Este concepto fue teorizado por primera vez por el situacionista Guy Debord y Baudrillard lo lleva un paso más allá hablando del simulacro y la hiperrealidad.
De todo el magma indescifrable me quedo con un par de párrafos brillantes y clarividentes:
"Hacer espectáculo de cualquier cosa, perversión de la realidad, distorsión espectacular de los hechos y de las representaciones, el triunfo de la simulación es fascinante como una catástrofe". (Subrayado mío).
"Es el secreto de la publicidad, de la nada, del juego, de todos los sistemas lúbricos (...) así que se alimentan alegremente del mero signo de las cosas, desafiando su verdad -en eso coinciden con las energías mágicas y arcaicas, que siempre han apostado por la omnipotencia de pensamiento en contra de la fuerza del mundo real- energía inmoral que rompe el sentido, que recorre los hechos, las representaciones, los valores recibidos y electriza las sociedades bloqueadas en su imagen platónica".
"Lo registramos todo, pero no lo creemos pues nosotros mismos nos hemos convertido en pantallas (...) Respondemos a la simulación con simulación, nosotros mismos nos hemos convertido en unos dispositivos simuladores". (Subrayado mío). La precisión de esta afirmación hecha en el simbólico año 1984 me estremece.
Pues eso, que Baudrillard es un pensador lúcido e incisivo pero la poética de su estilo puede que acabe contigo si intentas leerlo... y entenderlo todo. Hay capítulos enteros que casi es mejor tomárselos como poesía rizomática.
Si queréis leer una entrada mucho más sería y documentada que la mía sobre este libro fundacional de la postmodernidad seguir este enlace.
Aquí está él con gesto de estar reflexionando sobre el sinsentido de todo esto. |
Me gusta leer ensayo, y agradezco encontrar reseñas sobre este género, sobre el que no es fácil transitar. Me evitaré la poesía rizomática en este caso.
ResponderEliminarUn abrazo