Junio no ha sido un mes animado en cuanto a lecturas, aunque tengo la sensación de haber leído y leído. Será por el tiempo que he dedicado al alemán y por las vueltas que he dado por Internet picoteando artículos y reportajes.
Sommerstück, Christa Wolf: he pasado muchas horas leyendo esta novela. La definiría como una novela del recuerdo, de crisis existencial y nostalgia (Sehnsucht, palabra que, curiosamente, también se puede traducir por ansiedad, mi compañera de este mes). Llena de símbolos, alusiones veladas, pensamientos y con muy poca acción. Relata la vida de un grupo de intelectuales de Berlín que pasan un verano en una región rural de la Alemania oriental a finales de los años 70. La obra tiene varios niveles de lectura y muchas interpretaciones posibles sobre la búsqueda de utopías, el desengaño, la vida cotidiana bajo un régimen autoritario y las contradicciones en el camino que lleva a una vida más plena. Me alegra mucho poder leer a autores alemanes directamente en su idioma pero siento que me pierdo muchos matices y sensaciones. (Esta es una lectura obligatoria que tengo que hacer para mi examen de alemán, si no es posible que nunca hubiera leído esta obra o a su autora). Me ha resultado difícil y a ratos incomprensible. Así que la valoración es agridulce.
El vano ayer, Isaac Rosa: Sigo con ella. Novela social sobre el movimiento antifranquista de los años 60 en Madrid abordada desde planteamientos formales y estilísticos totalmente alejados del realismo social al uso. Muy interesante y dura de leer. Cuando la termine espero escribir una reseña más detallada.
Los Papalagi: empecé a releerlo con vistas al blog ya que es una lectura que considero que todo el mundo debería hacer y quería dedicarle una entrada pero la realidad me ha hecho desistir. La dejo reservada para mis merecidas vacaciones.
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