Siguiendo a la RAE, el locativo adverbial "a la intemperie" significa: "A cielo descubierto, sin techo ni otro reparo alguno". Y así me he sentido leyendo esta novela de Jesús Carrasco, un escritor con un mostacho imponente, boina no olvido mis raíces, y cara de pacense, (como compruebo en la foto y texto de presentación de la solapa).
Quizá pueda parecer (por esta introducción) que no me ha gustado el libro; muy al contrario, me ha encantado. Una historia a la que no le sobra nada, precisa, sobria y que se te mete en las entrañas. Un libro que ya estoy deseando releer cuando vuelva a Bienvenida o Paco Vallejo me invite a Villarubia de los Ojos, para, despacio, volver a paladear sus descripciones en los lugares que creo entrever en sus páginas. La España profunda sin ningún nombre propio ni referencia explícita, inmisericorde y profundamente humana a un tiempo.
Al leerlo no he podido evitar acordarme de Miguel Delibes en sus obras ambientadas en el mundo rural. Sobre todo El camino
, Las ratas o Los santos inocentes (esta última con una excelente versión cinematográfica dirigida por Mario Camus). Una crítica también la compara con la escritura de Cormac McCarthy, y aunque al principio me costó ver la relación, después de ponerla un rato en remojo visualicé La carretera
, la única obra que he leído de este autor, y a ese padre con su hijo huyendo sin mirar atrás en un devastado mundo postapocalíptico.
Al leerlo no he podido evitar acordarme de Miguel Delibes en sus obras ambientadas en el mundo rural. Sobre todo El camino
Intemperie
Es una novela dura, escueta y austera como la llanura en la que se desarrolla. Aparentemente sencilla y construida sobre los mínimos elementos posibles. Esto hace que sea fácil concentrarse en los acontecimientos, que me envuelven hasta hacerme sentir el polvo del camino, la sed lacerante, el hambre y el miedo atroz del niño a ser descubierto. La descripción de la sequía que asola el paisaje, la aridez y una naturaleza dura y que no da tregua, están magistralmente descritos.
Me ha cautivado la forma de describir la lucha de los personajes contra los elementos, su ansia por vivir. En este sentido la historia tiene mucho de libro de supervivencia (una de mis obsesiones). He aprendido, junto con el niño, a buscar agua donde todo parece seco, a cazar pájaros, desarrollarlos y asarlos, a salar la carne de los animales para conservarla, a ordeñar a las cabras... Una vez terminada la lectura me he dado cuenta de que también es una novela de iniciación, o Bildungsroman, en la que el protagonista dejará atrás la infancia.
El autor consigue crear este clima en gran parte gracias al lenguaje que utiliza, en el que cada palabra tiene un porqué y ninguna sobra. Adjetivos densos que parecen tallados en madera. La inclemencia azotando a los personajes y la violencia irracional de humanos que han perdido la compasión, y que paradójicamente también saca a relucir la solidaridad, el apoyo mutuo y lo bondadoso de otros.
Os dejo un fragmento explícito de la descripción del descuartizamiento de una cabra que me afectó, igual que al niño:
"De nuevo clavó el cuchillo para rajar el abdomen hinchado. A pesar de la tosquedad de la hoja, el metal abrió las fascias como si fueran de manteca caliente. El hedor que liberó le atravesó como un ánima en desbandada, impresionando su memoria de arcilla fresca". (p. 122).
Leer Intemperie duele, pero si podéis no dejéis de hacerlo.
Os dejo un fragmento explícito de la descripción del descuartizamiento de una cabra que me afectó, igual que al niño:
"De nuevo clavó el cuchillo para rajar el abdomen hinchado. A pesar de la tosquedad de la hoja, el metal abrió las fascias como si fueran de manteca caliente. El hedor que liberó le atravesó como un ánima en desbandada, impresionando su memoria de arcilla fresca". (p. 122).
Leer Intemperie duele, pero si podéis no dejéis de hacerlo.