Vamos a cazar un oso
es un clásico de la literatura infantil del año 1989. Se va desarrollando con frases rimadas en forma de canción pegadiza, con la que los niños/as acompañan a esta familia en su "caza".
*En realidad, como podréis imaginar, en este cuento nadie va a cazar un oso de verdad, pero pschhhhh, esto es un secreto y es posible que no lo descubras hasta el final de la historia.
Y gracias a su sonoro lenguaje onomatopéyico nos deslizamos con esta familia por la verde ladera (y nos manchamos la ropa de hierba, casi casi la he sentido).
"Vamos a cazar un oso, uno muy grande, y no tenemos miedo"
Luego tendrán que atravesar un río, enfangarse,
cruzar un bosque, refugiarse de una tormenta, hasta que por fin encuentran al oso... y es ENORME, y se asustan mucho, así que echan a correr volviendo a pasar por todos esos sitios, ejem, digamos que un poco más rápido, hasta que llegan a su casa, cierran la puerta
y se meten en una gran cama, acurrucados y juntos. El bebé está jugando con su osito de peluche y de pronto les pregunta a los demás: "¿Cuándo volvemos a cazar osos? (Aquí es donde se descubre que todo era una fantasía de los niños).
Es un libro muy poético que juega con las palabras, los soniquetes, las repeticiones, y las ilustraciones me han fascinado, con esa mezcla de carboncillo y acuarela tan evocadora. La representación de la naturaleza está maravillosamente conseguida: los cielos, el viento indómito, la hierba agitándose. Una se siente allí, en esos paisajes que para mí no pueden ser sino escoceses.
Cogí este libro de la biblioteca porque había leído muy buenas críticas sobre él,
pero a M. no le ha interesado mucho. En realidad es estupendo que no siempre nos guste lo mismo y eso nos da pie a probar y probar todas las historias que caen en nuestras manos.
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