Como ya sabéis mi madre colabora periódicamente con Meriendo libros escribiendo sobre sus propias experiencias lectoras. Esta es una de ellas en la que nos habla sobre una charla que dio Luis Landero en la librería Muga de Vallekas, una de sus librerías favoritas de Madrid, que aún no conozco pero que espero visitar para poder hablaros de ella.
La librería Muga es un local emblemático de Vallekas, qué pena no tener en mi barrio una librería como esta, un lugar amable y acogedor donde, sin prisas, se puede mirar, tocar los libros, y también hablar de ellos y hasta comprar alguno, cuando lo permite el presupuesto.
Esta vez fui a Muga con una amiga para oír al escritor Luis Landero hablar de su libro El balcón en invierno. Cuando terminó a las dos se nos quedó cara de felicidad y la impresión de que nos habían hecho un regalo. Luis Landero, a pesar de ser un escritor consagrado, me pareció una persona sencilla, natural y cercana. Se le veía encantado de estar allí compartiendo la tarde con los que estábamos en la librería.
A principios de los años 90 su novela, Juegos de la edad tardía me deslumbró, pareciéndome una gran obra más original que la mayoría de las de sus compañeros de generación. La vida de oficina, triste, gris y rutinaria de su protagonista era para mí un reflejo de la que yo arrastraba en el banco en el que he trabajado toda mi vida. No recuerdo casi nada de la trama de la novela, pero sí las sensaciones que me provocó.
Los lectores tenemos la manía de fantasear sobre la vida de los escritores que nos gustan, y yo me imaginaba a Landero como un señor de clase media, serio, formal, profesor de secundaria, pero al leer El guitarrista y, sobre todo, El balcón de invierno, me di cuenta de lo equivocada que estaba.
Landero, como varios de mis compañeros de facultad, no venía de los progres que fabricaba la burguesía urbana, sino del frío, el hambre y la miseria de los pueblos y campos de la posguerra española, aquellos que hicieron funcionar los talleres, fábricas y oficinas de España a partir de los años 50. Solo una pequeña parte de estos niños y jóvenes pudieron estudiar, a base de becas o en horarios nocturnos, después de trabajos agotadores.
Este es el mundo del que habla el autor en El balcón de invierno, con un Landero recién llegado al barrio de Prosperidad desde el campo extremeño, incapaz de cumplir las expectativas que su padre depositó en él y de durar en los aburridos y odiosos trabajos que este le buscaba.
La temprana muerte de su padre le marca para siempre, pero tiene la suerte de encontrar un profesor de la academia nocturna en la que estudia que le abre las puertas a la lectura y la escritura; aunque ya antes en el pueblo se le había abierto el mundo de los relatos orales gracias a su abuela (la mujer que aparece junto a él en la entrañable foto de la portada), analfabeta pero poseedora de un saber centenario y del arte de saber contar.
Es muy emocionante la urgencia del escritor para que su abuela, y después su madre, le cuenten historias, relatos y sucesos de sus vidas para que estos no se pierdan en la brumas del olvido.
Oía hablar a Landero casi como le leo, perdiéndome en su prosa, y os recomiendo que leáis esta última novela autobiográfica que es de lo mejor de su producción literaria.
(Isabel Sánchez Suárez)
*Si os interesa saber algo más sobre la librería Muga podéis leer esta entrevista que han hecho a sus dueños.
(Si te interesa conseguir El balcón de invierno y no lo encuentras en tu librería de barrio o en la biblioteca, puedes comprarlo a través de este enlace y ayudarme a mantener el blog).
Otros libros maravillosos de Luis Landero son Juegos de la edad tardía y Entre líneas: el cuento o la vida
*Si os interesa saber algo más sobre la librería Muga podéis leer esta entrevista que han hecho a sus dueños.
(Si te interesa conseguir El balcón de invierno y no lo encuentras en tu librería de barrio o en la biblioteca, puedes comprarlo a través de este enlace y ayudarme a mantener el blog).
Otros libros maravillosos de Luis Landero son Juegos de la edad tardía y Entre líneas: el cuento o la vida
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